Seis décadas de rock, excesos y éxitos imperecederos avalan a The Rolling Stones. Sus satánicas majestades son historia viva del rock y una máquina imparable de dinero que ni las deserciones ni la muerte pueden detener. Nadie discute su pasado ni su innegable mérito. Sin embargo, toca hablar de Angry, su nuevo sencillo. Un tema flojo que no hace justicia al legado de tan ilustres artistas.
Angry tiene cierto gancho pero a estas leyendas se le supone capaces de algo mejor. Parece ir con el piloto automático y no se sale ni un ápice de lo que se supone que debería ser un tema de los Stones. Pero le falta chispa, esa magia que la convierta en un clásico o, simplemente, ese toque que la haga una buena canción. El eterno riff de Richards palidece esta vez de forma bochornosa frente al de Start me up o Jumpin’ Jack Flash (por citar sólo dos) aunque Jagger una vez más eleva con su interpretación un tema bastante ramplón. Es más, la voz de Jagger suena tan bien en Angry que se les ha acusado de usar el denostado autotune para mejorar la afinación, podría ser, lo cierto es que suena muy afinada y limpia. Demasiado para un cantante de 80 años. En su afán por sonar moderno, el diablo Jagger ha contado con los servicios del productor Andrew Watt, un pipiolo de 32 años venido de los sonidos urbanos y productor de divas pop (Dua Lipa, Miley) que ha producido recientemente a otros veteranos rockeros como Ozzy Osbourne e Iggy Pop con resultados sorprendentes. Sin embargo, Angry suena demasiado pulcra, como si todo el sonido se hubiera pasado por un filtro de inteligencia artificial para limar las típicas asperezas e imperfecciones del sonido Stones.
Si Angry es lo mejor que han sabido parir estos mitos en 18 años, estamos apañados. Angry desmerece frente a los clásicos inmortales de sus creadores y no creo que perviva en el setlist de sus futuras giras (que las habrá, no lo dudes). Ha cumplido su función de promocionar el nuevo LP de los Stones, Hackney Diamonds, pero poco más. Me parece mucho más interesante el vídeo, la sugerente presencia de Sidney Sweeney ha sido todo un acierto. La emergente estrella de Euphoria es todo un reclamo para una generación de jóvenes que quizás no conocían a The Rolling Stones. Sin embargo, me surge una pregunta : ¿tiene sentido sexualizar así la imagen de una mujer en pleno 2023?
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