No soy masoquista. Mi testarudez trasciende la cicatriz, su sangre oculta, su dolor. Me interesa el porqué, ir más allá. Más allá de la afrenta, más allá de la confusión. Me interesa la fotografía de esa emoción detenida en el tiempo cuando traduzco. El acceso a ese gran archivo invisible y luminoso que cuenta la verdadera historia de la humanidad. Con sus aciertos, sus errores, y así poder comprender los porqués de esos aciertos, de esos errores.
Me interesa la realidad, que no es lo mismo que la verdad. La verdad la forma cada uno en su interior. La realidad la vamos creando entre todos, unos ocultos otros a la intemperie, como albañiles atareados que no terminan nunca. Como traductor me gusta saber qué ha pasado, qué sucede aquí o allá. Qué es ese estar siendo para otros. Y contáoslo desde la invisibilidad para que esa voz que ha transitado su presente con mayor o menor acierto, nos ayude a descubrir sus porqués; y los tuyos.
Los porqués son comprensión, bálsamo que ayuda a cerrar las heridas. Detienen esta gigantesca hemorragia del mundo. Son el antídoto contra la reacción visceral. Por esto la literatura, la cultura, el arte. ¿En qué especie de potro martirizador se retuerce la vida, que sangra a la vez que muestra su maravilla?
¿Qué por qué traduzco? Para edificar los hospitales donde el huérfano que somos encuentre un sentido a su vida. Para propagar la semilla dudosa y escéptica de esos porqués aún inimaginables. Para que todos comprendamos. Para que dejemos de ser huérfanos y seamos hermanos.





















0 comentarios