Quizás “Hedda Gabler” no tenga la repercusión de “Casa de muñecas” dentro de la trayectoria teatral de Henrik Ibsen pero es igual de imponente. Uno de los mejores frescos de la psique femenina realizados en la literatura, en un siglo XIX donde convive con otros retratos de mujeres literarios tan absolutos como el “Ana Karenina” de Tolstoi o el “Madame Bovary” de Flaubert.

Una obra para degustar en vivo, recordamos un brutal acercamiento en el Teatro de la Abadía de Madrid en 2012, con Laia Marull de protagonista, pero que en el cine no ha ofrecido una versión a la altura del original. Por desgracia, este “Hedda” tampoco hace justicia a Ibsen. Una versión posmoderna donde se cambia el sexo de Lövborg para ofrecer una temática homosexual y la raza a Hedda Gabler y así poder hablar de discriminación racial. El problema es que estas enmiendas a Ibsen no aportan nada quedando como un esquema visual de arribismo y mujeres caprichosas dentro de un mundo masculino.
Su responsable es Nia Da Costa, directora que fue encumbrada con su versión racial de “Candyman” pero cuyo posterior “The Marvels” fue un fiasco artístico y en taquilla. Este más modesto “Hedda” posee buen acabado, una factura técnica irreprochable y un innegable talento visual. La lástima es que el guion no hace justicia a la obra maestra en la que se basa pues las novedades antes descritas solo buscan actualizar quedando en evidencia pues en más de un momento se llega al sonrojo (por ejemplo, la escena de Lövborg borracha entre el resto de académicos o la muerte final). Tampoco está bien definida Hedda pues recordemos que en Ibsen hay un momento fundamental cuando asevera que lo único que ha hecho bien en su vida es aburrirse. Un hastío vital que no aparece por aquí en ningún momento, por lo que sus acciones no queda claro si es por pura maldad, por torpedear a su amante en la carrera por el puesto en la universidad con el que aspira su marido al que no quiere.
Un guion que lamina cualquier atisbo de comparación con Ibsen aunque cierto es que su puesta en escena es correcta, la cinta tiene ritmo y la escenografía es más que interesante aunque trasladada a lo que parece el sur de los Estados Unidos de los años cincuenta, lo que le emparentaría con Tennessee Williams.
Fundamental en una obra como esta es el reparto y las dos protagonistas Tessa Thompson y Nina Hoss solo cumplen, cuando el papel está construido para el lucimiento, pero a buen seguro se debe a esas secuencias ridículas donde es imposible defender la interpretación. Entre los secundarios bien Imogen Poots y poco afortunado Tom Bateman.
Un proyecto este de Amazon donde lo mejor es la banda sonora de Hildur Gudnadottir, la dirección artística y la fotografía de Sean Bobitt. El resto es un mar de altibajos. Una pena.




















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