El cine oriental siempre ha sabido sorprendernos con propuestas innovadoras y frescas, y Atrapados en un bucle infinito (River, 2023) del director Junta Yamaguchi no es la excepción. Este film japonés nos sumerge en una narrativa de bucles temporales, un recurso que, si bien ha sido explorado en múltiples ocasiones, aquí se presenta con una originalidad que revitaliza el género.

La trama nos sitúa en una posada centenaria en Kibune, Kyoto, donde sus habitantes experimentan una anomalía temporal que los lleva a repetir el mismo segmento temporal cada dos minutos. Una arriesgada propuesta que Yamaguchi maneja con tal destreza que mantiene al espectador intrigado y entretenido casi a lo largo de sus 87 minutos de duración. La brevedad del film es una virtud, evitando que la premisa se torne tediosa. Lo bueno si breve…
Yamaguchi, quien ya nos sorprendió con Más allá de los dos minutos infinitos (2020), retoma la temática de los bucles temporales, pero en esta ocasión la ambientación en la tranquila localidad de Kibune aporta una atmósfera casi onírica. Lamentablemente, a pesar de su ingenio y ejecución, el desenlace del film no está a la altura. La resolución parece apresurada, como si el guion no supiera cómo cerrar de manera contundente la intrigante premisa planteada. Esta conclusión algo facilona (con un deux ex machina un tanto forzado) desluce una propuesta que, hasta ese momento, se sostenía con solidez. Una pena.

En resumen, Atrapados en un bucle infinito es una muestra más del talento y la creatividad del cine oriental contemporáneo. Aunque su final podría haber sido más elaborado, la película ofrece una experiencia refrescante y digna de ser apreciada por aquellos que buscan narrativas diferentes. ¿Te atreves?




















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