Después de su primer LP en el 2023, “Hunchback Hatred”, cuya reseña que escribí para esta revista, la propia banda tradujo al inglés para compartirla por sus redes sociales, cosa que agradezco desde el inicio de esta reseña, me llega el nuevo trabajo de los indios/hindúes, o si lo prefieres mumbaikar, Eternal Returns, que el 5 de septiembre editarán su continuación “Let There Be Sin”, publicado por el sello Brutal Records, aunque en formato digital y físico lo tendremos disponible a través de The Orchard.
Eternal Returns es una banda proveniente de la India que apuesta por la mezcla del death, el groove y el thrash metal que comenzó su andanza musical en Thane, una parte de la región metropolitana de Bombay en el 2010. Su nombre se inspira en el antiguo concepto filosófico indio del ciclo eterno (nacimiento, vida, muerte y renacimiento), un concepto profundamente arraigado en la espiritualidad india. Este ethos resuena a través de su música, sus letras y su identidad como banda, forjando un sonido que es tan profundo como poderoso.
En esta ocasión me llega el disco con poca información sobre la actualidad de la banda, por lo que tengo que investigar usando otras páginas y no son datos muy fiables. Parece ser que actualmente el grupo está formado por el cantante Narendra Patel como cantante, Harsh Makwana al bajo y coros, cerrando el grupo Vineet Pillay a la guitarra. Se ha quedado vacante la plaza de baterista y durante la gira que tuvieron por Europa en marzo de este año, estuvieron tocando los directos con batería programada. Os dejo el video para que lo podáis ver.
La portada es obra de Fajar Rahadian, artista que lleva dibujando a mano desde 2015, que se describe como alguien impulsado por historias. Podéis seguirle por Instagram.
La portada, más que una imagen, es una narrativa donde cada símbolo encapsula una faceta de la lucha eterna de la humanidad: la corona simboliza el peso del orgullo, la estrella de Baphomet nos habla del sueño de la pereza, la cabeza de cerdo es la fiesta de la glotonería, el ojo con el símbolo del dólar simboliza el hambre de la codicia, la daga es el aguijón de la envidia, el corazón nos habla del fuego de la lujuria y el símbolo nuclear que se encuentra entre el corazón y la corona simboliza la furia de la ira.
Pero no acaba todo aquí, en el corazón del caos se encuentra el diamante, rodeado por la serpiente (un emblema de la propia banda). Esta intrincada obra, forjada en el caos, simboliza la visión de Eternal Returns: cruda, preciosa y lista para liberar su implacable poder.

Hablando ya por fin del disco, este segundo trabajo de la banda arranca con “Birth-Life-Death”, una instrumental con percusión, cuerda, coros y guitarra, acústica en el comienzo y más tarde eléctrica, que nos transporta con una melodía repetitiva a la primera descarga del disco.
Comenzando a expiar los pecados capitales, la batería nos mete de lleno con “Sloth” en la pereza, un corte agresivo donde seguimos disfrutando del estilo musical que traía la banda de su anterior disco, con una mezcla continua de registros vocales y afiladas guitarras en un tema que provocará los primeros bailes entre sus fieles.
En una búsqueda continua de la experimentación musical, nos encontramos en la lujuria con “Lust”, un corte que nos descoloca en sus inicios con un sonido industrial death metal. Un corte muy arriesgado, pero que puede engancharnos tras unas cuantas escuchas.
La envidia nos llega con “Envy”, otro corte experimental que navega a través del metalcore y el deathcore con un solo de guitarra de gran técnica para el final, mostrándonos una banda actual que no tiene miedo de probar nuevas cosas.
Seguimos espiando nuestras culpas con “Greed”, que tras una larga introducción de guitarra nos muestra la más cruda avaricia en un corte que se mueve entre el death metal más agresivo y el metal moderno más tranquilo y melódico. Una muestra más de las múltiples influencias que posee esta banda.

La boca se nos hace agua debido a la glotonería con el tema “Gluttony”, un corte que arranca con un medio tiempo y voz agresiva, para coger un ritmo frenético alternando un juego vocal de guturales, melódicas y rasgadas a la par que el tempo nos anima a provocar más de un pogo entre la gente que se encuentre a nuestro alrededor.
La ira nos envuelve de manera salvaje con “Wrath”, un corte entre el death, el thrash y el metal moderno, o el metalcore, cada vez es más complicado diferenciar tantos estilos musicales. Un corte que arranca de manera tranquila, para coger intensidad en su desarrollo combinando unos cuantos estilos musicales (groove, thrash y metalcore), que nos transportará al último pecado capital de este disco.
Cerraríamos el círculo con “Pride”, un corte tranquilo en sus inicios que nos ayuda a expiar nuestro propio orgullo, cogiendo fuerzas tras la entrada de la batería y la voz para reventarnos el alma con cada uno de los acordes de este tema. Un tema que sigue el mismo juego de variaciones continuas de estilos, que empastan muy bien a pesar de que puedan descolocarnos en una primera escucha.
El disco cierra con un corte que yo lo consideraría como un bonus al encontrarse fuera de la temática del disco en sí y puedes escucharlo en directo al ser el tema cuyo video está colgado al principio de la reseña.
El tema “Emasculator” bien podría ser un descarte de su anterior disco, con un sonido potente y un ritmo endiablado, que nos sirve de magnífica guinda para un redondo que necesita unas cuantas escuchas para poder disfrutarlo bien, debido a la multitud de influencias que encierra en sus temas.
En resumen, “Let There Be Sin” mezcla la agresión cruda del metal extremo con los tonos melodiosos del metal moderno creando un paisaje sonoro que a la vez es destructivo y profundamente accesible. Sus temas líricos se sumergen en la mitología, el existencialismo y la lucha humana por la liberación en un viaje catártico a través del ciclo interminable de la existencia.
Este disco fusiona de manera muy convincente thrash metal, death metal, metalcore y groove metal afianzando la evolución constante de esta exótica banda que esperemos nos siga demostrando que el heavy metal es algo mundial, donde no importa dónde naces o te crías, sino la pasión que tienes por la música y las ganas que le pongas para poder mostrar tu trabajo propio.





















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