Segunda ocasión que una leyenda como Jethro Tull visita Jerez de la Frontera (desde la traumática salida de Martin Barre, ya que con anterioridad pisaban las tablas del Teatro Villamarta), ambas en el marco del Tío Pepe Festival, si bien es cierto que la anterior en 2019 se enmarcaba en el recinto del Patio de la Tonelería. En esta, que daba el “pistoletazo de salida” a la edición de 2025, se trasladaba a la Bodega Las Copas, importante obra de ingeniería diseñada por el arquitecto Humberto Patiño y el ingeniero José Antonio Torroja, con vinculación musical pues era el padre de la cantante de Mecano Ana Torroja.

Así que en un marco incomparable y gran afluencia de público llegaban los de Ian Anderson para un concierto especial pues en esta gira titulada “The seven decades” repasan su enorme discografía de siete décadas tocando temas que abarcan desde los sesenta del siglo pasado hasta sus últimas composiciones de 2022 y 2023 “The Zealot gene” y “Rökflöte”.

Además los británicos consiguen que la experiencia sea más inmersiva solicitando que no se hagan fotos ni grabaciones durante el concierto, hasta el bis. Lo piden porque los flashes y pantallas molestan al resto de asistentes y distraen a los músicos que tienen que ejecutar complejas melodías. Una idea maravillosa para disfrutar del todo a los británicos, en una formación liderada por Ian Anderson, con su flauta, voz, armónica y guitarra, acompañado por los veteranos en la banda (llevan desde el 2007) John O’ Hara al sinteizador y órgano Hammond y David Goodier al bajo y los más recientes Scott Hammond ( desde 2017) y el casi debutante Jack Clark a las seis cuerrdas y la difícil misión de hacer olvidar al icónico Martin Barre. Un combo excepcionalmente dotado para la música que durante unas dos horas, quince minutos de descanso incluído, nos deleitaron con enormes composiciones, unas cuantas son un pedazo de la historia, uniendo la flauta con el rock progresivo, felices interpretando sus largos pasajes instrumentales donde demuestran sus dotes y enorme calidad para la interpretación de estructuras tan complicadas de tocar.

Inicio poderoso, repasando su primer álbum “This was”,  con “Beggar´s farm”, el blues de “Some day the sun won´t shine for you” y “A song for Jeffrey”, precediendo a uno de los momentos de la noche con la versión no abreviada de “Thick as a brick” (quizás el mayor éxito de su carrera), gustándose en la parte central y llevando en volandas a todo el público. Tras el paroxismo, otro corte de entidad como “Mother Goose” del mítico LP “Aqualung” (trabajo con más temas seleccionados con cinco), “Songs from the Wood”, del disco homónimo y el posterior “Heavy horses”, con “Weathercock” (dedicada a una veleta en forma de gallo), ambos de finales de los setenta.

Tras ellos, última etapa de los ingleses con “The navigators” y “Curious ruminant” que culminaba en otro instante mágico con su versión del “Bourré in E Minor” de Johan Sebastian Bach que nos llevaba al intermedio, con la pantalla trasera mostrando a Ian Anderson en primer plano. Único acompañamiento visual pero suficiente, junto al buen juego de luces.

Arrancaba la segunda parte con “My god”, del “Aqualung” y la reciente “The Zealot Gene” para llegar a otro momento divertido con “The Donkey and the Drum”, dedicada a un pub de marineros de Bristol, ciudad donde nacieron pianista, bajista y batería, que fueron presentados uno a uno hasta preguntarnos Anderson de donde creíamos que era el guitarra Jack Clark y al exclamar los asistentes de Bristol, sonreír y decir Manchester. Y es que se veía a la estrella contento, animado en sus parlamentos y expresivo con su manera de entender sus composiciones , con bromas pero de una ejecución brutal, paseándose por el enorme escenario para que todos pudiésemos tener por un instante cerca a una mayúscula gloria del rock.

Se acercaba el final con la actual “Over Jerusalem” y la bonita (y ochentera) “Budapest” que conducían sin remisión a la inmensa “Aqualung”, con los mil y un cambios de ritmo y todo un referente dentro del rock progresivo. Tras esa comunión músicos- público, llegaba e bis (y los móviles grabando y tomando fotografías) con “Locomotive breath”  y una despedida entre ovaciones, con una posterior sensación de haber podido ver un evento tan especial, un trozo de la historia de la música en una ciudad tan señorial como es Jerez de la Frontera, candidata a ciudad europea. Con eventos como el Tío Pepe Festival, seguro que tiene más opciones.

Fotografías: Adrián Fatou (cortesía de Tío Pepe Festival)

by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personal el curioso observador

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