Afuera, en esas llanuras de alquitrán
los deslizadores se mueven
todos en busca de un nuevo lugar para circular.
Siéntate a mi lado
con ese encanto tan novedoso,
sudorosas gotas de rocío brillan frescas en tu costado.
Y el sol gotea por detrás de la enorme cama,
el frente de tu vestido forrado entero de sombras,
el zumbido del motor palpita al compás de los latidos de tu corazón.
Bajando, muy a lo lejos,
sobreviviendo un día más,
los pulgones pululan entre la bruma errante.
Hay gaviotas nadadoras por el cielo,
hacia esa vacía isla occidental.
Mi envidiada dama te retiene con la mirada.
Y el sol gotea por detrás de la enorme cama,
el frente de tu vestido forrado entero de sombras,
el zumbido del motor palpita al compás de los latidos de tu corazón.
Y el sol gotea por detrás de la enorme cama,
el frente de tu vestido forrado entero de sombras,
el zumbido del motor palpita al compás de los latidos de tu corazón.
Canta, azul plateado.
Y viendo a los amantes despedirse,
siento que sonríes.
¿Qué esquirlas de cristal yacen tan hondo en tu mente
para arrancarme de tus ojos
con un pensamiento que refuerce esas mentiras melancólicas?
Sólo veré cómo me dejas más atrás.
Y el sol gotea por detrás de la enorme cama,
el frente de tu vestido forrado entero de sombras,
el zumbido del motor palpita al compás de los latidos de tu corazón.
Y el sol gotea por detrás de la enorme cama,
el frente de tu vestido forrado entero de sombras,
el zumbido del motor palpita al compás de los latidos de tu corazón.
Canta, azul plateado.
Cántalo, canta azul plateado.
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