The Chameleons es una de esas bandas que tenían todo para llegar a lo más alto dentro del post punk ochentero: buenas canciones, melodías, letras y actitud. Sin embargo, eso no es óbice para llegar al triunfo pues a pesar de haber sido influyentes para grupos posteriores nunca gozaron del favor popular de unos Joy Division, New Order, The Cure o The Smiths. ¿Quizás llegaron algo tarde, les faltaron videos musicales, trabajo de giras? Nunca lo sabremos.
El caso es que con este “revival” ochentero, podemos disfrutar del regreso de grupos extintos hace décadas. Formaciones que no imaginábamos que podíamos ver en directo. Y en el caso de The Chameleons, nos alegramos desde el punto de vista personal pues fue banda sonora de nuestras vidas desde hace bastante tiempo y en este transcurso nos ha acompañado. Sobre todo esos tres primeros discos: su brutal “opera prima” “Script of a bridge”, un debut soñado que en algún momento reseñaremos en esa sección de discos olvidados que es «La trastienda», seguidos de dos obras notables como “What does anything mean? Basically” y “Strange times”.
Por fortuna, en una bochornosa tarde de junio en Sevilla, el grueso de la hora y media de actuación de The Chameleons se centró en esos tres álbumes. Una tarde que invitaba a disfrutar de la vuelta a la capital hispalense de estos reyes del “post punk” que demostraron encontrarse en una forma excelente. De los originales quedan su bajo y voz Mark Burgess, al que los años no le han privado de su estupenda voz de barítono y de una gran presencia física y del guitarra Reg Smithies que conforma una curiosa dupla con el nuevo Stephen Rice, ya que las seis cuerdas suenan totalmente diferentes pero con una integración perfecta, una de las señas de identidad de The Chameleons. El resto de la formación británica son el batería Todd Demma, brillante en ejecución aunque en la Sala X sonó demasiado, lo que hizo que no disfrutáramos de algunos pasajes musicales y vocales, y el teclista Danny Ashberry que ayudó a crear la atmósfera perfecta. Se agradece tanto la utilización del teclado en vivo y no grabado que sólo queda alabar. Además en los dos últimos temas tomó el bajo, dejando a Burgess con el micrófono, aprovechando el cantante el momento para acabar creando en el centro de la X, junto al público, un “mash up” de “Don’t fall” con el “Rebel, rebel” de David Bowie.
Pero eso fue el desenlace pues al inicio comenzaron poderosos con un repaso a su trilogía ochentera con “Mad Jack”, seguido por tres obras maestras de la melodía como son “Pleasure and pain”, “The fan and the bellows” y “Perfume garden”. Ni veinte minutos de concierto y ya tenían a todo el aforo de la sala de la calle José Díaz entregado (por cierto, el público respondió con un casi lleno siendo un lunes laborable).
Todo transcurría como tenía que ser (aunque la batería sonando en exceso) con “Tears”, “Up the down escalator”, “Swamp thing” o “Soul in isolation”, con la que se permiten una versión alargada con extractos del “The end” de The Doors, “Eleanor Rigby” de The Beatles y “There is a light” de The Smiths.
Tienen tiempo para presentarnos sus nuevas composiciones “Saviours is a dangerous things” y “Where are you” antes de su regreso al pasado con “In shreds”, “P.S. Goodbye”, antes de la “traca final” que empezaba con otra joya como “Monkeyland” que sonó brutal en la noche hispalense, “Looking inwardly” y un final de altura, de muchos quilates, donde Burgess dejó su bajo para emocionarnos con “Second skin” y el colofón, narrado antes, de “Don’t fall”.
Confiemos que este regreso no sea “flor de un día” y que con el nuevo disco tengan mayor éxito y escenarios de gran aforo. Una segunda oportunidad para obtener el triunfo que merecieron en los ochenta del siglo pasado.
0 comentarios