Fonsi Loaiza acaba de publicar Oligarcas. Los dueños de España, pero no está demás detenerse en su anterior libro, ahora que comenzó el juicio contra Rubiales y los medios vuelven a mostrar en portada dicho abuso. Abordado en un primer momento por los medios generalistas, y en general, como puro sensacionalismo, el fútbol a día de hoy simplemente alimenta el fanatismo de una hinchada. Este se realiza de forma partidista, dejando en entredicho las investigaciones como las que muestra Machismo, Mafia y Corrupción en el Fútbol Español.
«¿Interesará este tema dentro de seis meses cuando el libro salga a la venta?» se cuestiona Pascual Serrano en la presentación del texto. Lo fácil sería responder: Cuestión de tiempo. Mientras tanto, el periodista andaluz sigue emperrado en mostrar qué oculta el brillo y la bonanza del negocio del fútbol. Más allá del deporte, este desmantela y mata al vellocino de oro de ese fútbol espectáculo que arroja al hincha a los infiernos, al exilio, y mueve millones. Mediante una selección de retratos: no son todos los que están, pero están todos los que son; compone un árbol genealógico de «La «familia» corrupta de los palcos ejerce su poder sin fisuras y ha robado por completo el fútbol a los aficionados.» Esto último es lo más importante, el espolio de una fuente de comunidad y entretenimiento convertida en un vertedero ideológico, ollas de insultos y el negocio de los turistas. Pero volverá el aficionado y recuperará lo que es suyo. Todos los palcos están relacionados entre sí, manteniendo su coto feudal de privilegios. La importancia de la privatización relega el fin y el motivo, en este caso el deporte, para hacer negocio. Al igual que ocurre en festivales musicales o la producción cinematográfica, nada más cambiando los nombres.
Con un ritmo narrativo cercano a la pieza televisiva, ofrece una demostración de uno de los bastiones del machismo: las anquilosadas instituciones del deporte, la RFEF, las gradas, los equipos y el hermetismo que se permite en torno a los jugadores. Además de las relaciones con los medios de comunicación, quienes blanquean dichos comportamientos u ocultan las operaciones mafiosas de los directivos. Un ejemplo se pudo leer en la columna Siempre Robando del lunes 2 de diciembre. Manuel Jabois escribía un alegato en favor del Real Madrid, de su presidente, refutando el ejemplo del periodismo que Loaiza ejemplifica en su libro. La propaganda del pontevedrés escribe: «Un equipo sin ideología, sin poesía, sin relato, sin narrativa [no solo a nivel de juego]» donde además Florentino no es únicamente el mandamás de la entidad, es un pater y el club, la respuesta a la vida: «porque, chico, si algo puede ir bien en tu vida lo más probable es que eso vaya a ser el Madrid».
Es por ello, que una de las peores costumbres es haber normalizado la fechoría y las actitudes de mafiosos de saldo desde aquellos presidentes, más toscos y chuscos, de las últimas décadas del siglo pasado.
A la pregunta que se hacía Serrano, sí, seguirá interesando.
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