La filmografía de Gerardo Herrero ha sido constante e irregular desde que a mediados de los noventa compatibilizara esta labor con la de productor. “Raqa” es su nuevo filme, ambientada en la capital del Estado Islámico, en Siria.
Un “thriller” de espías, coproducido con Marruecos y Alemania, al estilo de las novelas de John Le Carré, Tom Clancy o Frederick Forsyth con agentes “dobles”, naciones que intentan reclutar los mejores activos del rival y lucha contra un enemigo común, sumado a una ambientación estupenda bajo los dominios y el yugo de los muyahidines.
En cuanto a factura técnica nada que reprochar pues tanto fotografía como dirección artística son convincentes y herrero dota de ritmo a su historia, bien realizada y que consigue con su puesta en escena que la hora y tres cuartos de metraje pase enseguida, sea entretenida y nos ofrezca una aproximación interesante a lo que se convirtió Estado Islámico. Un régimen horrible basado en la sumisión absoluta a los postulados del Emir y sus adláteres donde los combatientes podían ser enviados a morir al frente si molestaban y las mujeres solían ser empleadas bien como esposas a la fuerza o esclavas sexuales, si eran capturadas y no transigían con el rigorismo islamista.
Por lo tanto, tanto por su correcta realización como porque no carece de interés lo que se cuenta es recomendable su visionado aunque lo menos positivo sea el guion de Irene Zoe Alameda pues tiene demasiados momentos inverosímiles pues han intentado empoderar al personaje central femenino, lo cuál en un lugar como Raqa es imposible como sucede con algunas reacciones del protagonista masculino, claramente de corte occidental. Por lo que parece harto complicado que los dirigentes del ISIS no sospecharan nada.
Eso no es óbice que tanto Álvaro Morte como Mina El Hammani funcionen en pantalla y sus interpretaciones resulten creíbles aunque sus actos carezcan de sentido. Quizás es el único defecto evidente en una producción, por otro lado, digna y arriesgada pues el cine español no ha tratado en demasía el terrorismo yihadista en la gran pantalla, con las excepciones de “Todos los nombres de Dios” de Daniel Calparsoro o “Un año, una noche” de Isaki Lacuesta sobre los atentados en la sala Bataclan de París. En el largometraje de Gerardo Herrero la acción se centra en Raqa pero tangencialmente aparece el aeropuerto de Estambul y ofreciendo el punto hispano se nombra Melilla y al inicio cobra cierto protagonismo la ciudad de Ceuta, uno de los epicentros de combatientes europeos que emigraron al pernicioso Estado Islamico, Daesh o ISIS
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