Hace más de veinte años pudimos descubrir al excelente realizador brasileño Fernando Meirelles merced a la magnífica “Ciudad de Dios”. Basada en un hecho real tratando el tema de las favelas en Río de Janeiro. Una película brutal que antecedió otra genialidad como “El jardinero fiel” o títulos interesantes como «Los dos papas«.
“Ciudad de Dios. La lucha sigue” regresa al barrio donde sucedió los hechos de la cinta de 2002, dos décadas después. Ahora Buscapé ha conseguido su sueño de ser fotógrafo periodístico y su trabajo se centra en los duros enfrentamientos entre policía y delincuentes por el control de la favela. Se repiten los personajes del largometraje de Meirelles aunque el único actor que estuvo en la obra primigenia es su protagonista Alexandre Rodrigues que repite como el intrépido periodista que con los años ha decidido cambiar su alias de Buscapé por su “nombre de pila” Wilson.
Un producto el de Aly Muritiba, que sustituye a Meirelles al frente de la producción, que genera interés pero que en sus seis episodios va de más a menos pues toma partido en la primera parte por dar más visibilidad a los personajes masculinos, tanto por el control de la delincuencia como de líder vecinal, para dar un giro “copernicano” en los acontecimientos y ofrecer un compendio de empoderamiento femenino. Esa abrupta transición dota a la serie de un cierto poso de irregularidad, dejando multitud de historias secundarias y principales en el aire aunque, por fortuna, habrá una segunda parte ya confirmada.
Una buena idea es contar la historia desde el punto de vista de Buscapé, en forma de narrador omnisciente, pues puede presentar a los distintos roles, compararlos con su presencia en el primer filme e ir avanzando el argumento de narcotraficantes, políticos, líderes comunitarios y milicias con un tanto de maniqueísmo y corrección política pero bien contado y filmado pues los diálogos son creíbles en mayor o menor medida (sobre todo los de los traficantes de droga, menos los del grupo musical) y las secuencias tanto políticas como de acción funcionan a la perfección.
Una buena muestra de HBO en seguir apostando por series para un público adulto, no sólo por intentar dejar el infantilismo con los superhéroes con sus producciones de DC. En este caso, optan por un vehículo conocido como fue “Ciudad de Dios” trasladándolo décadas después. Quizás el film de Fernando Meirelles ha sido la película más celebrada del cine brasileño de este siglo. Así que con sus defectos, que los hay, estamos ante una buena serie donde priman las virtudes. No la excelencia de su predecesora pero sí un tono notable.
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