El fenómeno fan es algo inherente a la música pop desde su nacimiento, por mucho que alguno que otro en un empeño taimado, pretenda dotar a la música popular de una seriedad y ceremoniosidad tan estricta que termina despojándola de su aspecto lúdico. La calurosa tarde de un domingo de julio conjugaba sudor y nervios en la numerosa fila de personas que se congregaban a las puertas de Las Bodegas Las Copas de Jerez de la Frontera, esperando la apertura de estas. Fans que acumulaban vueltas de reloj bajo el calor por encontrarse con Take That rememorando tiempos pasados y añadiendo vivencias presentes. Fans, muchas de ellas, como contaban a mi paso por su lado, que ya habían visto a los británicos el martes en Sevilla y no querían perder la oportunidad de volver a vivir un momento mágico que llevaban tiempo esperando, en algunos casos, décadas. La contrastación de que la música no es un objeto turbio de usar y tirar y que pervive en la memoria unida para siempre a las vivencias y recuerdos, incluso cuando estos permutan en cicatrices.

                                                                           (Fotografía de Adrián Fatou, cortesía de Tío Pepe Festival)

A la par que el sol se iba retirando dejando paso a la noche y con ello a un agradable frescor, multitud de fans se agolpaban en las primeras filas, tanto del FrontStage, como de la valla que separaba la pista general de este, provocando ese estado de ansiedad general previo a la certeza de vivir una fecha marcada en rojo en el calendario vital. El anuncio de que faltaban tan solo 30 minutos para el comienzo del espectáculo, nos dejaba una imagen que se está repitiendo una y otra vez en cada jornada de esta décima edición del Tío Pepe Festival, de un lleno espectacular. Luces fuera, silencio, salta la banda de acompañamiento, músicos curtidos que han girado entre otros con Jeff Lyne, dando muestras de que se han cuidado los detalles. Al fin aparecen en escena Gary Barlow, Mark Owen y Howard Donald ante el delirio general, una máquina del tiempo en modo real que envolvía de manera perceptible a todos los presentes en el justo momento que el ritual de música y baile daba comienzo. Mientras «Giants» envolvía la noche, la entrega desde debajo del escenario era más que evidente.

                                                                               (Fotografía de Adrián Fatou cortesía de Tío Pepe Festival)

La música suena al ritmo de la historia de la banda que ellos mismos van relatando desde el escenario, comprobamos como sus canciones permanecen atemporales en la memoria consiguiendo esa conjunción de cuerpos que se mueven frenéticamente a su ritmo. Uno de los puntos fuertes de Take That es el uso de las melodías vocales y podemos comprobar como mientras Gary Barlow mantiene un nivel bastante bueno, llevando gran parte del protagonismo vocal durante el concierto, la garganta de Mark Owen es la que más sufre el paso del tiempo, o al menos esa es la sensación que da en la noche jerezana. Sin parar ni un solo segundo, y bien secundados por unos músicos que elevan y mucho el nivel de la actuación, van desfilando grandes éxitos pasados y presentes. Personalmente, la interpretación de «Windows», perteneciente a su último disco de estudio,»This life», lanzado en 2023 y objeto central de esta gira, me resultó uno de los momentos culminantes de la noche, donde en unos registros más actuales para sus gargantas, brillaron, pero sin lugar a dudas, son canciones como «Patience», «Back for good», «The flood» o «Get ready for it» las que provocan el, lógico por otra parte, entusiasmo general de un público, que vuelvo a repetir, se entregó en cuerpo y alma.

Barlow, Owens y Donald, receptivos con el público, muy comunicativos en todo momento, brindando momentos de complicidad con toda la gente agolpada frente a ellos, única y exclusivamente para disfrutar de su presencia, supieron meterse a todo el mundo en el bolsillo, no dejando decaer el espectáculo en ningún instante, tirando de tablas para mantener hasta el final el ritmo del concierto. Take That pasaron por el Tío Pepe Festival, y pese a alguna sombra entre destellos de luz, dejaron un gran sabor de boca entre los asistentes que seguramente marcharon a casa satisfechos por haber compartido una hora y media de su vida con sus ídolos y acaso, ¿no es eso lo que realmente importa?.

Fotografías de Adrián Fatou, cortesía de Tío Pepe Festival.

by: Carlos tizon

by: Carlos tizon

Licenciado en el arte de apoyar el codo en la barra de bar. Comencé la carrera de la vida y me perdí por el camino, dándome de bruces con el rock and roll. Como no pude ser una rock star, ahora desnudo mi alma cual decadente stripper de medio pelo en mi blog, Motel Bourbon.

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