Nueva producción de Blumhouse, junto a Universal y Atomic Monster. Y como en casi todos los largometrajes de la compañía de Jason Blum se consigue que con un presupuesto modesto, ahondando en el cine de terror se pueda estrenar en todo el mundo, recaudando más que lo que costó. Una estrategia comercial que ha trascendido, con algunos filmes que ya son clásicos del horror moderno. De hecho, en esta “La piscina” aparece como productor ejecutivo James Wan, auténtico icono de Blumhouse y unido a Blum, con su productora Atomic Monster.
Y algo de Wan hay pues nos recuerda algo a «Siete deseos» de John R. Leonetti, colaborador de Wan en títulos como “Insidious”, donde una joven encontraba un objeto que ofrecía cumplir deseos a cambio de una vida. Aquí es una piscina que proviene de un manantial fantasmal y que con cada deseo mata a alguien o lo posee. Un argumento delirante que tuvo un corto con cierto éxito en el pasado y que su responsable Bryce Mc Guire escribe y dirige en formato largo.
Un “refrito” de otros títulos más célebres como “Wishmaster” (más maldiciones con los deseos) o “Terror en Amityville” que elevó a la enésima potencia el tema de casas encantadas que acababan dominando a alguno de sus habitantes. Como en la cinta de Stuart Rosenberg (o el «Poltergeist» de Tobe Hooper) tenemos una familia con el padre, la madre y dos hijos adolescentes. El progenitor es una estrella del beisbol que por culpa de una enfermedad degenerativa ha finalizado su carrera aunque espera que con el cambio de casa y el trabajo de piscina pueda retornar a la competición. A partir de ahí, el espectador se puede figurar por donde van a ir los acontecimientos.
En el debe de la película no hay ni demasiados sustos ni muchos crímenes intentando lograr un suspense que casi nunca funciona por lo inverosímil de su propuesta, incluso hay una fiesta con multitud de personas en la piscina que sirve como falsa creación de expectativas pues lo que podría convertirse en una especie de final de “Carrie” sólo sirve para aislar a la familia de la comunidad, cosa que no era necesaria filmar con una secuencia tan larga. Eso sí, a pesar de esas escenas alargadas la duración de “La piscina” supera por poco la hora y media. Un corto ampliado sin éxito artístico como ha sucedido en productos como «Nunca apagues la luz».
Técnicamente es cumplidora, con exceso de luz nocturna, falta de alivios cómicos y unos efectos especiales tan simples como resultones (de nuevo deudores de los largometrajes de Blum y Wan). Y el reparto funciona en sus protagonistas pues tanto Wyatt Russell como Kerry Condon resultan más creíbles que la trama. Russell todo un especialista en suspense y terror con cintas como “Overlord” o la infravalorada «La mujer en la ventana» y Condon logro nominación al Oscar de reparto el pasado año con «Almas en pena de Inisherin». “La piscina” queda lejos del trabajo de la de Martin Mc Donagh, lejos del cine de James Wan y lejos de las mejores películas de Blumhouse pero puede valer para pasar el rato. Fácil de ver y fácil de olvidar.
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