De la mano de Lestrato se presentaba esta primera gira ibérica de los portugueses John Black Wolf and the Bandits, combo que transitan entre el country fronterizo y el rock americano clásico. Algo así como mezclar en una coctelera a Kris Kristofferson, Johnny Cash y Bruce Springsteen.
Una banda perfectamente engrasada con la Gibson Les Paul de Bruno Guana tocando con “feeling” y “Groove” cada nota, acompañado de la gran pegada de Nuno Ferreira a la batería y la personalidad de Vasco Pereira al bajo Fender conformando una extraordinaria base rítmica y el órgano Hammond de Artur Martins, algo que se agradece porque qué difícil es ver en estos años de memoria calcinada alguien que respete este instrumento y no lo lleve grabado. Y como maestro de ceremonias y ataviado con sombrero vaquero negro, el protagonista John Black Wolf, heterónimo (parafraseando a Pessoa, ya que hablamos de personas del país vecino) de Diogo Lima. Arrollador tipo, con un preciosa voz de bajo- barítono y una estupensa guitarra Hagstrom.
En este segundo concierto de su “tour” les tocaba la coqueta Sala Milwaukee de El Puerto de Santa María (Cádiz), uno de los locales más bonitos de la provincia y todo un templo del blues y el rock, gestionado a la perfección desde hace décadas por Carlos. Normal que la banda elogiase su ubicación. Además al ir todo el sonido por mesa sonó a la perfección. ¡Qué más se puede pedir!
Con diez o quince minutos sobre la hora establecida de comienzo del espectáculo (22:30) sonaba una intro fronteriza que nos avisaba de por dónde iban a ir los “tiros” (siguiendo las analogías del cine del Oeste). De entrada, enlazan tres canciones: “Born with a soul of a rebel”, “Your fire is hotter tan hell”, la cual tiene un estribillo impresionante, y “Born to win”. Sólo tres temas y ya han conquistado al público presente (una media entrada).
Se ve felices a los de Oporto y nos hablan en un perfecto español de lo que significa para ellos esta primera salida. Tras ello, continúan con el pantanoso blues de “Hail to the king” y “Alone in the dark”, de su primer disco, corte que podría interpretarse a la perfección en el vampírico “La teta enroscada” del “Abierto hasta el amanecer” de Robert Rodriguez. Siguen los temas y continua el gran nivel, con preciosidades como “call up” que nos recuerda a Springsteen o la nueva “Ghost Town”, puro country de frontera. Tras “Lilly of the valley” hicieron un breve descanso, perfecto para tomar una cerveza y comentar con los presentes el gran concierto que estábamos presenciando.
Las buenas canciones no cesan. “Breaking along the way” nos habla de la violencia de género, “Stoned hearted” es un “cañonazo” de ritmo country, mejorado con la grave y algo rota voz de John Black Wolf y con “Hey god i’m feeling better” nos pusieron a bailar y a acompañarles con el irresistible estribillo. Una genialidad.
Llegamos a un final intimista con “Little man, little angel, Little devil” en torno a los sueños rotos de la infancia cuando se lleva a la edad adulta. No podemos evitar pensar en el poema de Jaime Gil de Biedma “No volveré a ser joven” (Que la vida iba en serio/ uno lo empieza a comprender más tarde/ -como todos los jóvenes yo vine/a llevarme la vida por delante./ Dejar huella quería/ y marcharme entre aplausos-/ Envejecer, morir, eran tan solo/ las dimensiones del teatro./ Pero ha pasado el tiempo/ y la verdad desagradable asoma:/ envejecer, morir/ es el único argumento de la obra.). Más cantos nostálgicos con “The world parade”, un medio tiempo acompañado de armónica sobre la pandemia del Covid, llegando al final con una versión del “Proud Mary” de Creedence Clearwater Revival y “Father son and the holy spirit” para finalizar.
John Black Wolf and the Bandits es una de esas formaciones que se sabe que vendrán en más ocasiones y en cada una de ellas tendrán más público. De momento en esta primera incursión, tienen fechas hasta el 3 de febrero (como reseñamos en su momento). Yo que ustedes no me perdería esta extraordinaria banda pues conjugan actitud, aptitud y buenas canciones.
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