Para escribir poesía, uno tiene que inaugurar un modo poético, que es lo que comúnmente se llama estilo, pero el estilo es un término muy débil para designar lo que propongo cuando uno quiere escribir —de verdad— poesía.

He repetido mucho que para ser poeta uno tiene que decidir serlo, lo que parece una obviedad pero no lo es, y —cuando va a escribir un poema—, el que se ha decidido a ser poeta, debe tomar en consideración el universo entero: es algo que también he repetido mucho, pero no sé si me explico: cuando uno va a escribir un poema no puede asegurar que, en efecto, pueda hacerlo, ya que es un asunto poco voluntario —no he dicho nada voluntario, sino poco voluntario—.

Lo único que puede hacer es buscar un estado poético, ponerse en modo poético, tal vez eso que antes se llamaba buscar o esperar la inspiración.

Pero el estado poético sólo es realmente poético cuando uno está continuamente nombrando todo con palabras, diciéndose constantemente —según el verbo mental— lo que escucha y lo que le gustaría escuchar, siempre intentando romper la irrompible convencionalidad del lenguaje y siempre buscando el imposible lenguaje particular o privado —que, al parecer, sólo es posible sin palabras, sin lenguaje, y tal vez sólo como lenguaje del amor—.

Uno busca la revelación, sólo y exclusivamente la revelación, para decírsela a los demás, a los otros ciudadanos. Sólo eso es poesía: la revelación que se escribe o se dice a los otros, para los otros.

Y uno no sólo pone palabras —que, cuando puede, rompe y desordena, despreciando la sintaxis— no sólo a las actividades —diarias o no—, sino también a los pensamientos y a la percepción y a los sentimientos y emociones y a los afectos y a las sospechas, y rebautiza constantemente los objetos y los no objetos, en fin, creo que me explico.

Pero uno debe estar —a la vez— en todo el universo, en el centro del universo: allí donde sucede todo al mismo tiempo y en el mismo lugar, simplemente porque no hay tiempo ni espacio. Allí donde pueda captar las relaciones que cruzan el cosmos, donde pueda interferir los mensajes que las cosas se intercambian, esos mensajes que de ningún modo le estaban destinados y que debe robar o tomar prestados para sus poemas.

Si uno no inaugura un nuevo modo poético para su poesía, solamente repetirá lo mismo: y no exagero: la mismidad es lo que caracteriza a lo que se piensa y se imagina y se dice, cuando no se tiene en cuenta que, si uno no lo evita, si no lo elude con un nuevo modo poético, solamente repetirá lo mismo, lo supuesto, lo consabido, a lo que es realmente difícil, realmente muy difícil escapar como poeta.

por Narciso de Alfonso

by: Angel

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Melómano desde antes de nacer, me divierto traduciendo canciones y poesía. Me gusta escribir. Soy un eterno aprendiz y bebo de casi todos estilos musicales, pero con el buen rock alternativo me derrito.

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