Oppenheimer podría haber sido en manos diferentes otro lamentable panfleto patriótico norteamericano del estilo «Cómo ganamos la guerra gracias a que somos los mejores.» Lo hemos visto muchas otras veces en manos de publicitas como Michael Bay (Pearl Harbor) o Roland Emmerich (Independence Day, Midway). Oppenheimer se podría enfocar de muchas maneras y creo que el británico Christopher Nolan ha acertado de pleno con su manera de acercase a esta historia.
En Oppenheimer Nolan despliega todo su arsenal de efectos visuales y de edición, amén de un montaje simplemente espectacular. No estamos ante un film de ciencia ficción o de acción como nos tenía acostumbrados, estamos ante un drama histórico. Lo bueno es que todos los trucos de edición y montaje se ponen al servicio de la historia y no al revés. Un ejemplo de su maestría: Nolan convierte un discurso de victoria en una experiencia traumática gracias a unos efectos de sonido y visuales que hacen sentir al espectador el miedo y la frustración del protagonista. Oppenheimer ayudó a abrir la caja de Pandora nuclear y luego las grandes potencias no han querido cerrarla. Los científicos dejaron paso a los políticos. He ahí el gran drama que denuncia Oppenheimer: dejar las armas de destrucción masiva en manos de burócratas ávidos de poder. ¿La ciencia debe tener ética? No estoy yo cualificado para responder a esta cuestión, lo que nos ha demostrado la historia es que la industria armamentística (y los políticos a su servicio) no tiene ética más allá del dinero. Nolan es muy crítico con la proliferación de armas nucleares por ambos bloques, tema tristemente de actualidad.
Otro ejemplo de la genialidad de Nolan: en un momento dado Oppenheimer reconoce haber mantenido relaciones extramatrimoniales en una audiencia, Nolan lo muestra desnudo frente a sus inquisidores y a su esposa. No es únicamente un desnudo físico, sino emocional. Es más, visualiza el punto de vista de su esposa imaginando a Oppenheimer y su amante desnudos delante de toda la sala. Una licencia formal que reafirma la sensación de vergüenza del matrimonio al ver expuestas sus miserias. Una escena incómoda como muy pocas en el cine reciente. Nolan ha creado un tenso thriller sin mostrar un disparo ni una persecución. Se podría decir que Oppenheimer es un thriller interior.
Me resultó alucinante que durante 3 horas Oppenheimer me tuvo clavado al asiento, es más, Nolan consigue que el interés de la cinta vaya en crescendo hasta llegar a un final simplemente aterrador. Todo ello gracias a ese montaje fascinante en el que confluyen y alternan puntos de vista y líneas temporales perfectamente reconocibles en cada momento. Ya sabemos la manía de Nolan por las narraciones no lineales desde su primer film (Following, 1998) o nos noqueó con aquel puzzle llamado Memento (2000).
Si técnicamente estamos ante un film sobresaliente, el guión no es menos espectacular. Nolan, una vez más, construye una trama fascinante a pesar de estar limitada por la realidad. Nolan no muestra a un Robert Oppenheimer de una pieza, todo lo contrario, nos muestra a un hombre con sus luces, sus sombras y no pocas dudas.
Del coral elenco actoral sólo puedo decir que todos me gustaron mucho. Hasta Cillian Murphy, que me suele resultar bastante inexpresivo, está francamente bien al mostrar la compleja evolución física y psíquica de su personaje. Debo destacar a Robert Downey Jr. (ya tenemos Oscar a mejor secundario), Matt Damon, Florence Pugh, Emily Blunt (los tres en su mejores personajes hasta la fecha) y el camaleón Gary Oldman en su breve pero inquietante interpretación del presidente Harry S. Truman. El auténtico villano de este thriller no son los nazis, ni los japoneses, ni los soviéticos, es Lewis Strauss, el personaje de Robert Downey Jr., hábil burócrata en busca de reconocimiento y poder que contribuyó a la caza de brujas del Senador McCarthy.
Nolan toma nuevamente al espectador por un ser inteligente, no pretende adoctrinarlo, simplemente muestra unos hechos de manera subjetiva (no existe otra manera, la objetividad no existe) y deja que cada espectador saque sus propias conclusiones.
0 comentarios