Doce y media de la noche. El fin de semana ya es agua pasada y la ciudad duerme preparándose para otra semana, pero en La Bodega Las Copas, mientras una copa de vino fino muy seco recorre mi paladar a la par que los recuerdos de lo que acaba de ocurrir se arremolinan en mi cabeza provocando una de esas sonrisas espontáneas fruto del placer. Pero mejor, comencemos desde el comienzo, desde las 22.15 horas del domingo, cuando el Tío Pepe Festival con sus mejores galas y uno de esos llenos que aumentan la expectación por cada segundo que pasa, se preparaba para recibir a una de las voces más importantes del Siglo XX, XXI y seguramente de la historia de la música. Con 83 años y un estado de forma envidiable, el galés tomaba un escenario de esa manera tan especial y adictiva que solo poseen los verdaderamente grandes y que consiguen que durante el tiempo que despliegan su magia, el universo se detenga para fijar su mirada sola y únicamente en su persona, en su garganta.

«Growing old», grabada en su último disco «No surrounded by time» y cuya portada preside el fondo el escenario hasta el último segundo antes de que la música reine, es la primera canción en sonar y la certeza de que el tiempo de vida pasado no hace mella en su garganta se convierte en una realidad en cuanto la impresionante voz de Tom Jones se apropia de la noche jerezana. Se le nota a gusto, afable, con buen sentido del humor y ganas de comunicarse con un público que no ha presentado ninguna resistencia y se ha rendido a la causa del último gran crooner a sabiendas de que va a ser una velada inolvidable. Dylan presente en el cancionero de Jones con una apabullante «Not dark yet» que despliega fuerza y veracidad en su garganta. Jones sonríe, disfruta, se dirige a la gente para decirles que le acompañemos al comienzo de su carrera, a una canción que cuando salió en enero de 1965 se convirtió en número 1, «It’s not unusual» a la que conceden mucho protagonismo al acordeón para aportarle un sonido más íntimo pero no menos grandioso, con Tom Jones derrochando facultades y La Bodega Las Copas viniéndose abajo con la emoción.

Con la seguridad del que se sabe conquistador perenne, sigue relatando una carrera tan llena de historias que contar como de grandes canciones que cantar, entre ellas «What’s new Pussycat?» que el propio Tom Jones recuerda que grabó para la película del mismo nombre o «The windmills of your mind» grabada para su último álbum, número 1 en las listas, y que como el propio Jones reconoce, algo muy difícil actualmente para un artista de su edad. Siempre son las canciones más conocidas las que provocan ese pico de excitación entre el patio de butacas y como no podía ser de otra manera, «Sex Bomb» con la que reventó los Charts a comienzo de siglo, pone a bailar a todo el mundo mientras la eterna y seductora sonrisa del galés rivaliza complice con la noche sureña. Nos cuenta su pasión por Jerry Lee Lewis, cómo se encontraba en EEUU cuando el killer grabó su disco country  y cómo  al volver a Londres grabó la canción que abría dicho disco, «Green Grass of Home» o como cuando le invitaron en L.A. al cumpleaños de Willie Nelson y alguien le dijo la edad de este a lo que respondió: «¡cómo, que Willie tiene 90 años y yo solo 83!, justo antes de marcarse una memorable «Across the borderline».

Tom Jones se mueve como pez en el agua entre distintos registros, del pop al country, del R&B al soul, sin resentirse ni un instante, arrancando de la multitud exclamaciones de halagos a su nivel y portento vocal. Más canciones nuevas, una oscura y distorsionada «Talking reality television blues» o una intensa «Lazarus man» que suena justo detrás del hit que todo el mundo esperaba viendo la reacción del público e incluso los gritos de histeria que se escuchaban al conquistar los corazones de todos los presentes «Delilah» cuyo estribillo se convertía en una sola voz, comunión entre público y artista que da esa magia inigualable a la música. La noche arde, «You can leave your hat on» suena sexy, seductora, «If a Only knew» levanta a la gente de sus sillas, una carrera sin fin hacia como él mismo dijo, «Kiss», una canción del último gran genio que dio la música. Parada acostumbrada, regreso al escenario con «One hell of a life» y el delirio absoluto terminando el show con «Johnnie B. Goode», recordando que Elvis en Las Vegas le contó que el Rey del Rock and Roll no era otro que Chuck Berry y finalizando con «Great balls of Fire» de su – y nuestro – amado Jerry Lee Lewis. ¡La victoria de una leyenda y la fortuna de los que pudimos vivir esta maravillosa noche!.

Fotografías de Adrián Fatou. Cortesía de Tío Pepe Festival.

by: Carlos tizon

by: Carlos tizon

Licenciado en el arte de apoyar el codo en la barra de bar. Comencé la carrera de la vida y me perdí por el camino, dándome de bruces con el rock and roll. Como no pude ser una rock star, ahora desnudo mi alma cual decadente stripper de medio pelo en mi blog, Motel Bourbon.

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