Con la entrada del nuevo siglo la revista Zona de obras lanzó una colección de conversaciones con algunas de las bandas más reconocibles del panorama español y latinoamericano, sin embargo, no consiguió continuidad. Aunque las biografías dialogadas, como la de Javier Solana (Reivindicación de la política: Veinte años de relaciones internacionales. Javier Solana en conversación con Lluis Bassets, Debate) son un género que nunca ha terminado de estabilizarse. Efe Eme publicó su primer libro en este formato en 2001: Tirados en el pasto (Andrés Calamaro y Alejandro Rozitchner). Hasta la fecha, también se podían encontrar biografías con una narración coral de allegados, como ocurre con el libro Quique Gonzalez. Una historia que se escribe en los portales (66rpm ediciones) o Sol y Sombra. Los Rodríguez, de Kike Babas & Kike Turrón (Editorial BAO Bilbao). La serie “Conversaciones” que está editando Efe Eme acerca la trayectoria profesional de músicos habladas de tú a tú, como ocurre con la bibliografía de Arancha Moreno.
Ocurre en este Quique González. Conversaciones (Editorial Efe eme) como en el libro Caetano Veloso. Conversaciones con Carlos Galilea (Blume editorial), que uno pasa de lector a espectador de una charla que le absorbe poco a poco. Si bien la función del entrevistador no es fácil, además de hacer fluir las respuestas, debe moderar y dirigir la conversación, la propuesta es arriesgada dado que puede caerse en una repetición de temas al abordar la carrera musical de un artista. Al realizar el ejercicio de recorrer la discografía y la carrera de Quique González, al igual que de cualquier otro artista, se corre el riesgo de que la forma de trabajo no varíe. Si bien aquí Arancha Moreno busca, a partir de las anécdotas ordenadas, ver qué pensaba, cómo se sentía y cómo ve hoy su trabajo y la situación en la que concibió sus LP, consiguiendo con el paso de las páginas, mostrar poco a poco parte de la personalidad de Quique, coherente con su discurso y leal a sí mismo. Es cierto que, en ocasiones puede parecer una relectura, recorrer la carrera discográfica con el propio autor, donde este demuestra su fe y su creencia en la forma de actuar, ya no de trabajar, hace que ciertos pasajes adquieran un tono repetitivo, o resuenen como repetidos, en la forma de recalcar la idea. Sin embargo, por medio de los saltos hacia adelante y hacia atrás, la autora mantiene el hilo de la conversación vivo.
Por el recorrido como músico pasean coches y amigos, ídolos, sin ser consciente de que él lo es también, Personajes circunstanciales (como la cupletista nocturna del Rincón del Arte Nuevo, Carmen Moro), otros de ida y vuelta. Si bien, hay una serie de personas que vuelven a la palestra durante la charla: Carlos Raya, Enrique Urquijo y Antonio Vega. A este trío se les puede añadir con el paso del tiempo a José Ignacio Lapido y César Pop haciendo el repóker de músicos y amigos sobre el que cimentar la carrera del músico madrileño. Tan importantes como “Conserjes”, que supuso la unión en los comienzos y de la que Quique considera que es una de las pocas canciones de sus inicios que han aguantado el paso del tiempo. Apuntar aquí que Personal ha envejecido bien también. En este punto, el equilibro a la hora de llenar las páginas con nombres es difícil. Introducir en exceso puede lastrar el ritmo de lectura, incluso para los más melómanos, así como el interés, pero quedarse corto puede desubicar la obra por la importancia de los personajes en el desarrollo profesional del autor. Este equilibrio lo consigue de muy buena manera la periodista.
Con los años pesa el oficio, las exigencias aprietan, pero dentro de este argumento, el de su autoexigencia, quizás podría haber entrado ya en detalles más pequeños, sí me faltó que abordase la parte audiovisual de su carrera, sus videoclips y los dos DVD editados, que curiosamente ambos contienen errores: En el que acompaña el disco Ajuste de cuentas hay un salto en la pista 10 (“Pequeño rock ‘n’ roll”) y en el DVD En Vivo desde Radio Station existe un salto de la pista 5 a la 11. Por otro lado, llegando a los capítulos finales, Quique se muestra más distendido, hablando de temas más personales, del gran cambio de la paternidad, momento que quizá hubiese propiciado entrar también en sus tres compañeros: Samuel, Kima y Dallas, quienes me faltan entre las páginas y sobre quienes sí hubiese ahondado un poco, dado que han sido parte de su apoyo y trabajo (El primero en la canción “No encuentro a Samuel”, por ejemplo y las otras dos en pueden verse en “Se estrechan en el corazón”).
Es cierto que para los seguidores más veterano el libro pone más orden a la biografía musical de Quique que salpicar lo sabido con anécdotas nuevas. Aunque en el tramo final, parece que el cantautor se abre y, abandonando el lado formal de la entrevista, muestra la implicación personal en cada trabajo y las razones. El idealismo de Quique es claro, y duro, hay ideas que se trasladan de capítulo a capítulo, y su querencia por el cine, así como su anhelo y su frustración como guionista, son inamovibles. Arancha Moreno consigue abrir el paisaje para comprender las canciones, en su origen y en su forma; mediante el uso del diálogo, como recalca Lapido en el epílogo, para llegar a la raíz de las canciones, donde lo importante, a lo largo del libro son las canciones y la música.
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