Cuando descubrimos el argumento sobre un oso intoxicado con cocaína que siembra el caos en una pequeña población podríamos barruntar que estábamos ante un delirio fílmico. Cosa que también han debido pensar los distribuidores en España al colocarle un ripio en el título “Cocaine bear” para ser presentada con el disparatado “Oso vicioso”.
Una cinta que no debe tomarse en serio, es mejor dejarse llevar por el imposible guion, con algunas imágenes lisérgicas y divertidas y, de esa manera, pasar hora y media entretenidos. Ya con la primera secuencia con un imposible accidente aéreo y el primer ataque del mamífero sobre unos excursionistas, el largometraje deja claras sus intenciones: mezclar el gore, con el cine de acción y el humor (en la gran mayoría de ocasiones negro). Así tenemos a unos narcotraficantes, la policía, los guardabosques, escolares y excursionistas luchando por sobrevivir ante la fiera bestia. Y poco más se puede sacar de este extravagante “survivor” que poco se diferencia de otros muchos del mismo tenor, salvo los golpes de humor.
Personajes esquemáticos que actúan casi como si de un “cartoon” se tratase que se enzarzan en peleas, golpes y lucha contra el animal que poco tiene que ver con los mostrados en la gran película sobre los úrsidos como es “El oso” de Jean Jacques Annaud que le sirve de modelo en alguna secuencia como aquella donde después de destripar a una senderista se distrae persiguiendo a una mariposa. Pero ya decimos que los diferentes roles no tienen profundidad, simplemente son meros arquetipos por lo que los actores poco pueden hacer para defender sus papeles. Y eso que aparece como secundario Ray Liotta en su último trabajo antes de fallecer. Su malvado tendrá un merecido fin con sus tripas devoradas en vida por unos oseznos, digno del final de “Gomia, Terror en el mar Egeo” de Joe D’Amato donde el pérfido antropófago acaba degustando sus propios intestinos antes de fallecer.
Su realizadora es Elizabeth Banks que desde el fracaso, a todos los niveles, de “Los Ángeles de Charlie” no había vuelto a dirigir para la pantalla grande. Y sin ser nada del otro mundo, sí es cierto que mejora el anterior desaguisado y consigue un producto que a buen seguro va a tener adeptos y seguidores pues tiene detrás a una “major” como Universal, lo que le otorga un empaque y factura visual superior a los “Sharknado” y filmes similares. De hecho, “Oso vicioso”, sin dejar de poseer ese espíritu de serie B, es la menos bochornosa en cuanto a efectos visuales desde otra joya de lo extravagante como fue “Serpientes en el avión”.
El resto del equipo técnico tampoco desmerece y no hay un capítulo que provoque vergüenza ajena, lo cual es de agradecer manteniendo esa puesta en escena acelerada, en múltiples momentos casi de dibujos animados donde el protagonista es el plantígrado ser en sus drogadas correrías que nos provocan la sonrisa aunque esté destrozando a un ser humano pero como los histéricos humanos sólo están para chillar, correr e intentar escapar es imposible empatizar con ninguna víctima.
“Oso vicioso”, otra muestra más para el catálogo de cine “freak”, un “divertimento” tan sencillo de ver como fácil de olvidar.
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