El título original de la fallida película de terror titulada en España “Mothman: la última profecía” es “The mothman prophecies”, el mismo que este Lp de la banda Moth. Y el lector más avezado pensará que han tomado el nombre del disco de aquel largometraje con Richard Gere. El problema radica en que el filme de Mark Pellington (quien labró su fama en el videoclip) es del 2002 y este trabajo editado en esta temporada, fue grabado en Londres entre 1990 y 1993.
La solución es que el “hombre polilla” es una vieja leyenda de miedo en el mundo anglosajón por lo que no es extraño que ambos compartan idéntico título. Lo que sí lo es es que Mark Pellington dirigiese videos a Pearl Jam (“Jeremy”), Alice in Chains (“Rooster”) o más tarde a Foo Fighters (“Best of you”). Y es que estas conocidas formaciones tienen que ver bastante con el sonido que ofrece Moth, cuarteto británico formado por su cantante Cecelia, el guitarra y la segunda voz de Shaun Harvey y la base rítmica de John Brooder al bajo y Rick Duce a la batería.
Un álbum en la línea “grunge” y “garage” propio de ese principio de los noventa que se puede observar en los poderosos acordes de la inicial “Slip n slide”, siguiendo con “Save us”, más lenta y con una guitarra que nos evoca a los primigenios Black Sabbath, con su pesada cadencia en el “riff”. A pesar de estar grabado en tan añejos años la reedición y remezcla es conseguida y el plástico suena a la perfección, cosa que podemos notar en su tercer corte “We are the blessed”, otro melódico y contundente tema con el pedal “fuzz” de protagonista y un final a toda velocidad casi trasladándonos al punk rock aunque la esencia del hard rock que iba transformándose en el “grunge” (entonces de moda) sea el principal reclamo.
Lo que sí es curioso es que las canciones más cadenciosas como “Save us” o “Join hands” tengan reminiscencias más claras de Black Sabbath. Incluso esta última tenga toques de psicodelia setentera y un ligero toque espacial aunque el punteo nos recuerde a unos primigenios Rage Against the Machine. “Breathe” transita más por los parajes de la música estadounidense (aunque sólo sea por la guitarra acústica a lo Bon Jovi que destaca por encima de todo) de forma más relajada, con una Cecelia más reposada con la voz y que supone un soplo de aire fresco en el conjunto de “The mothman prophecies”.
“Oh no” vuelve por sus fueros, con el “fuzz” de la guitarra y cierta distorsión aunque con estrofas calmadas que van en “crescendo” en el puente y el estribillo, dejando paso al tema más rápido de todo el álbum como es “Spellbound”, con estribillo coreable y “riff” de esos con los que es imposible no mover los pies si lo escuchas en un pub o bar de copas. Nada que ver con la cadencia que aparece, de nuevo, en “The wise man”, de largo prólogo instrumental, repetitivo como la inmortal banda de Birmingham, capitaneada por Ozzy Osbourne y Tommy Iommi. Es un golpe guitarrero tan pesado que puede parecer un primigenio “doom”.
La recta final del Lp comienza con “Twisted”, melódica y reposada con Cecelia casi recitando las estrofas iniciales aunque sabemos que en algún momento subirá el tono, cosa que no tarda en suceder en una tonada en la línea de Nirvana que deja paso a “So Little”, también con estructura similar y sonido “Seattle” y la final “True forever” en la que se sube la velocidad para servir de colofón a un “The mothman prophecies” que sin inventar nada nuevo, sí que se escucha con agrado trayéndonos a la mente una época donde las cosas si no mejores, por lo menos, eran más fáciles.
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