Situado a pie de playa en la Cala Finestrat, un enclave privilegiado que pertenece al pueblo homónimo pero con el límite territorial cercano de Benidorm o Villajoyosa. Un enclave privilegiado pero el Restaurante Peter queda lejos de esos chiringuitos playeros que aprovechan su ubicación para ofrecer desastres culinarios a precios desorbitados. Sin duda es una de las mejores opciones en esta zona de la Costa Blanca para disfrutar de un ágape espectacular en un restaurante con vistas de impresión, ya que la arena y el mar están a pocos metros, pero techado con cocina de calidad y a un precio más que contenido. Como único pero sólo abren de martes a domingo en turno de mediodía, por lo que es imprescindible reservar para conseguir mesa en cualquiera de sus dos turnos, bien a las 13 o a las 15 horas.
Una vez conseguida la reserva dedíquese a disfrutar de un almuerzo que no olvidará porque el Restaurante Peter es algo que parece imposible en estos tiempos. Servicio de sala esmerado funcionando razonablemente bien con los tiempos de espera entre plato y plato, mobiliario y menaje más que suficiente y unos cocineros a los que se les nota el saber hacer y la frescura en los productos. Años de experiencia que transmiten en cada plato en este rincón del Mediterráneo.
Hemos visitado el Peter en más de una ocasión y nos gusta su propuesta de menús cerrados con tres entrantes, principal y postre a elegir y pan y vino. Mientras se pide la comanda ofrecen como aperitivo el pan con dos cuencos con salsas caseras. Una con tomate y otra con ali-oli.
Los entrantes suelen variar según el día destacando que siempre ofrecen una ensalada, de las que hemos probado la de jamón y queso, con una mezcla de lechugas, pimiento, tomate cherry y cebolla, coronada por una salsa de yogur de la que no podemos decir nada malo, así como de la ensalada mediterránea, con sus lechugas variadas, tomate cherry, remolacha, huevo duro y maíz. Además de estar buenas la cantidad es más que aceptable.
Entre los entrantes Peter destaca también por su plancha y las frituras, una tradición en esta zona de Alicante. El frito lo bordan, tanto en unos calamares como los chopitos que probamos estaban buenísimos. Productos del mar con la harina exacta y el punto perfecto (no sabemos si utilizaran algo de harina de garbanzos como en el sur de España).
Otras entradas de calidad pueden ser las más que convincentes croquetas de jamón, con una bechamel cremosa y apetecible o la sorpresa de los fines de semana al ofrecer unos gambones a la plancha que siempre satisfacen a cualquier comensal, ya que llegan con el punto exacto de sal y de calor.
Entre los principales es cierto que nos han hablado bien de sus carnes pero nos decantamos por sus guisos y sólo podemos decir parabienes a su arroz meloso de rape y gambas, servido en cazuela y donde el fumet de pescado otorga el sabor perfecto a este guiso marinero que además se acompaña de una notable proporción de pescados, mejillones y gambas. Una joya de la cocina de la zona difícil de criticar porque está delicioso.
Otra especialidad de “la casa” es el arroz del senyoret que comimos en la propia paella. Perfecto de punto, con el dedo de grosor en todo el recipiente y con los pescados y mariscos pelados como mandan los cánones de este plato. De nuevo, el gran fumet le otorga ese punto extra de sabor que potencia este fantástico arroz, superior a otros muchos que hemos probado y donde hemos pagado muchísimo más.
Como se puede observar para un menú compuesto en su gran mayoría con productos del mar, el vino adecuado es un blanco y el que ofrecen es uno local: un El Pinar de Villena, con procedencia de la localidad alicantina, lindando con Albacete donde se celebra el festival Leyendas del Rock. De uvas macabeo y sauvignon blanc tiene un punto que recuerda al cava, un blanco joven fresco, floral y frutal que sirven en su cubitera y que no marida mal.
En cuanto a los postres, destacamos la torrija caramelizada con helado, donde el toque de soplete mejora el tierno trozo de pan mojado en leche y canela y una sopa de frutos rojos con helado, refrescante y no especialmente dulce.
Colofón a uno de esos lugares donde es complicado salir disgustado. Y además a un precio de amigo. Restauradores que practican una cocina casera y honesta, de aquellos de lo que alegrarse de sus llenos diarios.
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