Toda ruptura, vanguardia o como queráis llamarla se mide no solo por el impacto causado en el momento, también por el efecto creado a través del tiempo. El sonido Gotemburgo, sin lugar a dudas a conseguido superar sin problemas el filtro del tiempo. Su caldo de cultivo fueron unos años oscuros respecto a popularidad para el metal pero inversamente proporcionales respecto a creatividad. La confrontación con un death metal de aspecto – aparentemente – monolítico en el que algunos de sus pesos pesados se debatían internamente entre el inmovilismo o la innovación con el consiguiente riesgo respecto a los fans que ello podía conllevar, un paso en falso en terrenos pantanosos. Mientras tanto, en el Reino Unido una serie de bandas introducida de lleno las manos en el fuego para modelar una mezcolanza donde death metal, doom y sonidos góticos revelaban una nueva oportunidad para el metal británico de alcanzar un trono del metal ya sin brillo aparente. Y en la fría Europa, otra serie de bandas removían las bases del death metal otorgándole unas dimensiones de melodías en principio totalmente antagónicas a la forma y manera de entenderlo. Un movimiento que como con tantos otros, sus protagonistas han terminado en algunos casos renegando de él, negándolo y en una gran mayoría, avanzando hacia otras dimensiones dejando tras de sí la influencia innegable en multitud de bandas.
At the Gates, Dark Tranquility e In Flames son sin duda el tridente más reconocible. Precisamente estos últimos son los grandes protagonistas de esta historia denominado The Halo Effect que se enraíza directamente con el legado de In Flames, tanto en sonido como por aquellos que conforman la banda que son Jesper Strömblad, Niclas Engelin, Peter Iwers y Daniel Svensson, todos con paso por In Flames junto a Mikael Stanne (Dark Tranquility) para cerrar el círculo y tratar de recuperar la esencia inicial de aquel sonido que sorprendió al mundo y que tanta influencia ha dejado permanente en el mundo del metal.
Pero cuidado, que «Days of the lost» no es un refrito inundado de nostalgia ni mucho menos, porque aunque posee características que podrían hacer pensar que tal vez es el disco que muchos deseábamos que In Flames hubiesen lanzado después de «Clayman», hay dos elementos diferenciados, por un lado el uso de sintetizadores y teclados y por otro, como no podía ser de otra manera el registro vocal de Mikael Stanne. The Halo Effect casi podría definirse como una reunión de viejos amigos rememorando viejos tiempos y oye, a mi por ejemplo lo que se han sacado de la manga, sin llegar a ser un disco que creo que pueda competir de tú a tú con esos trabajos que estos mismos músicos han facturado en otras ocasiones, si que es un disco que escuchas con las ganas y el afecto que produce el escuchar esos riffs y esa manera de entender el death metal a la que dieron forma.
0 comentarios