Brandon Boyd, cantante de Incubus, siempre ha practicado esa filosofía de hombre del renacimiento ya que intenta ser multidisciplinar no sólo en la música sino también en el arte con algún libro donde recoge sus ilustraciones llamado «White Fluffy Clouds» y aunque Incubus ya no esté en su mayor período de ebullición, cualquier cosa que haga en solitario despierta aún curiosidad.
Su anterior disco en solitario llamado «The Wild Trapeze» fue lanzado en 2010 sin contar aquel disco con Sons of the Sea, por lo que no sabía que esperar de este «Echoes and Cocoons» 12 años después de su álbum debut.
En líneas generales el disco no me ha impresionado, es cierto que hay que mirar el disco con los ojos de «es Brandon Boyd y no Incubus», pero me parece que a músicos de cierto calibre hay que exigirles cierto nivel igualmente.
A pesar de que su «The Wild Trapeze» era un disco que se alejaba poco del sonido de su banda a pesar de su marcado carácter acústico fue ciertamente notable, mientras que este «Echoes and Cocoons» es un buen o mejor intento de alejarse de su banda pero el resultado es un Frankenstein sonoro que se nota que fue grabado en plena pandemia. Quizás os preguntéis por qué pienso esto, la razón es debido a que la mayoría de la gente conectó más con la música en ese período y cómo consecuencia incluso escuchaban estilos poco habituales para ellos. Eso parece ser que le pasó a Brandon Boyd o es lo que intuyo que pasó por su creatividad ¿Es malo? No, para nada porque es mejor que dar la turra con un ukelele sin aportar más. El mayor defecto es la falta de harmonía estilística en el disco. Y no estoy en contra de la variedad estilística en un mismo disco, un ejemplo de cómo hacerlo fue aquel «12 Bar Blues» de Scott Weiland a finales de los 90.
El disco para mí tiene tres líneas la industrial, la electrónica y la melódica. Las dos primeras podrían casar y de hecho convergen perfectamente en el disco dónde podemos ver matices rítmicos del trip hop de Sneaker Pimps o Portishead e incluso cierta oscuridad del Trent Reznor de los discos de «How To Destroy Angels», ejemplo de ellos son canciones como «Dime In My Dryer» o «A Better Universe» pero esa línea en el disco se ve interrumpida por canciones de corte muy melódico que no pegan con esa tendencia como el single «Pocket Knife» o un piano muy John Lennon en «Fly on Your Wall». Recalcar que no son canciones malas, simplemente no encajan con una dinámica clara. Sin embargo hay joyas que destacar por sus voces y bajo como «Dark Age» o la intrigante «Two Months and a Day».
El disco es un ejercicio de estar en medio de muchas cosas, cuando creo que debió decantarse por esa línea oscura de electrónica con coqueteos de industrial, ya que pienso que esa faceta melódica la podía haber dejado o bien para una tercera entrega en solitario o desarrollar esas ideas en Incubus, ya que la banda hace tiempo que da espacio para ese tipo de canciones. Mi conclusión es un gran paso para hacer algo innovador con respecto a Incubus pero no lo suficiente por lo anteriormente mencionado.
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