Han pasado 10 años desde el último trabajo de The Mars Volta. La guitarra de Omar Rodríguez-López y la peculiar voz de Cedric Bixler-Zavala no iban a volver a juntarse bajo el nombre de The Mars Volta para repetirse. Nada de eso, The Mars Volta han vuelto, cambiados y más maduros, pero igual de interesantes. Ya no suenan tan caóticos ni lisérgicos pero la calidad de sus composiciones sigue estando ahí. Es más, The Mars Volta es su trabajo más accesible. En vez de ahondar en los sonidos y experimentos varios que los hicieron únicos, han decidido acercarse a sonidos mucho menos arriesgados sin dejar de ser ellos mismos. Sé que suena raro y lo es.
Lo primero que me sorprendió de este disco es que la voz de Cedric Bixler-Zavala sigue en plena forma. El tipo sigue cantando de manera prodigiosa y ahora su garganta tiene un protagonismo que nunca antes había tenido. En sus discos previos su voz se veía a veces ahogada en las enfervorecidas tormentas sonoras del grupo. Nada ello ocurre en este nuevo LP. Su voz es la protagonista absoluta y conduce las canciones por direcciones insospechadas. El rock progresivo y los ramalazos hard rock han dejado paso a ritmos sintetizados (casi bailables) y sonidos pop. Se podría decir con razón que The Mars Volta se han domesticado pero no nos debería preocupar si siguen facturando canciones tan bellas como las aquí incluidas. Supongo que este giro totalmente inesperado de The Mars Volta encolerizará a sus más fieles seguidores (o talibanes) pero a mí me ha resultado un soplo de aire fresco. Estas nuevas texturas les permiten ampliar su (ya amplia de por sí) gama de registros dando una lección magistral de cómo cambiar de sonido sin perder ni un ápice de su personalidad. Con un par.
El inicio con Blacklight shine demuestra que sigue en ellos esa indeleble herencia latina (con Santana a la cabeza) que esta vez no acaba de explotar en una orgía sónica. Cuando otras veces vendrías 6 (ó 12) minutos de locura eléctrica, llega Graveyard Love con sus ritmos sintéticos y samplers para certificar que los viejos The Mars Volta no han venido a la fiesta. Estos son los nuevos The Mars Volta. Por muy pop que suene las melodías de Graveyard Love o Shore Story, lo cierto que no echo nada de menos. Son canciones más que correctas, con unas buenas melodías y ese toque raruno tan especial de la banda pero que no se impone. Lo bueno viene después con temas tan redondos Blank Condolences, Vigil, Cerulea o No Case Gain. Estamos ante los The Mars Volta más accesibles, cierto, pero eso no les ha restado un ápice de calidad. El toque latino aparece en la breve pero orgásmica Que Dios te maldiga mi corazón. Una joya que nos hace desear que el idioma castellano se hubiera prodigado más en este trabajo. Incluso hay hueco para baladas con guitarra a las que la voz de Cedric hace ganar muchos enteros como Tourmaline. Las múltiples influencias siguen ahí, como el piano jazzístico de Equus 3. Qué demonios! no puedo quitarme de la cabeza la pegadiza melodía vocal de la adictiva Collapsible Shouldrers. Incluso me gusta cuando la repite otra vez al final de este perfecto tema pop. ¿Concesiones al gran público? Sinceramente, no lo creo, más bien opino (o deseo) que este disco sea la calma que precede a la tormenta. Aunque esta calma me ha gustado mucho.
Estos pirados de The Mars Volta lo han vuelto a hacer: han descolocado a propios y extraños en uno de los regresos más excitantes del año. Muy pocos son capaces de reinventarse casi por competo y salir airosos.
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