Crónica de Nick Cave en La Cala Mijas Festival

Como unos discípulos bien disciplinados, y con cierto nerviosismo interior, esperamos a nuestro líder supremo con el miedo que nos toque a nuestra vera algún pecador lleno de cerveza y que solo ha venido por el reclamo de Peaky Blinders  nos fastidie nuestra comunión suprema.

A la hora indicada sale sobre el escenario con pie firme y figura esbelta se posiciona nuestro predicador preferido, su lado su fiel escudero ejerce a mil maravillas de director de orquestra como de malandrín poseído. Un Cave cada vez más cerca de Harry Powell, al que le falta tatuarse en los nudillos Love and Hate, y ya convertido en un Elmer Gantry listo para llevarte a su sumisión. Sólo le basta con dos temas para que el mas neófito en la música de Cave o el mas curtido caiga bajo un hechizo, subyugado por esa catarsis, ese exorcismo que ira practicando a lo largo y ancho del escenario. Brincando y recorriendo peligrosamente una larga y estrecha pasarela que le acerca hasta lo mas cerca de sus devotos. Agarra manos como si la vida se le fuera a cada segundo, señala con un dedo acusador, pero también sonríe y mira hacia las estrellas con un brillo especial en sus ojos. Boom Boom , Breathe , Breathe repetirá a lo largo del concierto, como un mantra que te atrapara que no dejara de soltarte que unos días mas tarde. Boom , Boom , Breathe , Breathe, caen una lluvia ligera mientras “O Children”, piel de gallina, éxtasis total. Un Juliee “on a raining” Street nos lleva aun más lejos en nuestra manipulación mística y esa exigencia de pureza que nuestro amado lider quiere que tomemos como camino. Un atronador “Tupelo” seguido de tal esperado “Red Right Hand” por los malditos ateos nos deja sin respiración. Cave se permite cambiar la letra y volver a meterse con una seguidora que le pidió robarle un beso, pero se atrevió a pecar llevando una camiseta de Kraftwwerk. Hizo subir a una bella rubia y bailó con ella justo antes de ese baile de sangre que es la canción sobre el demonio Belial como la mano derecha roja de Dios que se vengará del diablo, y que Cave saco en aquel maravilloso disco titulado “Let Love In”.

En los momentos de calma, se respeta un silencio cómplice, sabemos que nuestro maestro sufre, sufre con el dolor más fuerte que un padre puede sentir en sus carnes y que nos necesita para exorcizar ese dolor, necesita nuestro amor. “I Need You”, Waiting for You” nunca unas palabras ha sido tan reales y tan ensordecedoras en su boca.
Siguen cayendo perlas como “The Mercy Seat” , “The Ship Song” y todos tememos que este largo ritual este llegando a su fin. “White Elephant” como un bramido nos deja petrificados y con angustia que aquello termino. Pero Nick vuelve a la carga solo sentado al piano con todo nuestro apoyo para cantar “Into My Arms, seguidos de “Vortex” y “Ghosteen Speaks”…Ya se acabó, pero de nuevo una milagro, le indican desde bambalinas que todavía puede interpretar otra mas. Un «The Weeping Song” que dejo afónico a mas de uno para el resto de la velada.
Boom Boom! , Breathe, Breathe; Boom Boom! , Breathe, Breathe

PS: Todo el concierto de Cave con un sonido excelente, un juego de luces milimetrado y acorde a cada emoción, un Nick Cave que nunca tuvo mejor voz. Demostrando que se puede ofrecer un concierto increíble, inolvidable en un macro recinto en donde un batiburrilo de grupos intentan hacerlos creer que ellos son los que van a guiar nuestro camino. Los que vieron y oyeron a Nicholas Edward Cave saben que es imposible, él ya guio nuestro camino esta noche. Uno se va del concierto de NC siendo algo más inteligente, Cave es como Aldous Huxley que a su vez tomó de unas líneas de Las bodas del cielo y el infierno de William Blake aquella frase «Si se limpiaran las puertas de la percepción, todo le parecería al hombre tal como es: infinito».

Uno no sale indemne emocionalmente de un concierto como este.