En pleno centro de Valencia pero lo suficientemente escondido para que no lleguen hordas de turistas se encuentra este interesante restaurante especializado en comida mediterránea. Un local funcional y con decoración moderna, llena de frases motivadoras para comenzar el ágape es lo primero que sorprende al llegar a la entrada del Puerta del Mar en la calle Transits. La enorme afluencia de público local, tanto vecinos como trabajadores de las oficinas cercanas es otra nota positiva, como la mantelería, vajilla y cubertería.
Una vez sentados en nuestra mesa (conviene reservar pues a pesar de su amplitud se suele llenar con facilidad) comenzamos pidiendo unas cervezas como aperitivo a las que acompañó unas olivas maceradas en picante. Por supuesto, la cerveza es Amstel que como leemos se hace con orgullo en Valencia a 17 kilómetros. Bien tirada pero por desgracia no estaba en su punto de frío óptimo (imaginamos que habrían cambiado el barril y sería de las primeras en servir). Un punto negativo que nos hizo replantear pedirnos otra o vino, eligiendo comer con agua, ya que el calor tórrido del exterior hacía que llegásemos con bastante sed.
En cuanto a su carta, las presentaciones son adecuadas, los productos de calidad y las raciones abundantes notando que su especialidad son los arroces y fideuás decidimos pedir una fideuá negra con gamba rayada y mientras esperábamos un par de entrantes.
El primero un atún a la llama, servido en forma de tataki, con una base de pimientos al carbón, tomate confitado, ajo, perejil y unos golpes de humus como decoración. Pescado estupendo, bien de sabor y de punto, con unos acompañantes que se podían comer solos. De hecho, vimos mejor comer el túnido y los vegetales por separado.
De la ensalada de tomate pelado con bonito del norte, capellanet, cebolla tierna y caramelo de Módena tenemos sentimientos encontrados. Por un lado, tomate que sabe a tomate, cebolla dulce rica, buenas lascas de bonito de calidad y el capellanet seco al estilo de los arenques delicioso pero quedaba todo algo deslucido por el exceso de salsa que creaba el vinagre balsámico. Un error que estropeaba una ensalada de categoría. Y es una lástima porque el resto de ingredientes eran de enjundia.
Tras los dos entrantes llegó la fideuá servida en una paella con un grosor mínimo, como mandan los cánones de cocinado que comimos de su recipiente a cucharadas, retirando los platos. En su punto, bien servida, con unas gambas rayadas de impresión, clóchinas locales y sepia. Se agradece ese guiño a la tierra, sobre todo en el molusco, al no servir mejillones. Todo estupendo, salvo otro error que deslucía el conjunto como era un exceso de sal. Imaginamos que la tinta (ya de por sí salada) no había sido el único aditamento. De nuevo, a pesar de su materia prima el plato no llegaba a la excelencia por este golpe salino de más. A pesar de ello, nos lo comimos con buen apetito y reconociendo sus no pocas virtudes.
Postres correctos como fueron la milhoja de manzana y crema pastelera y la torrija con helado de leche merengada, buenos y bien presentados dieron fin y paso al café que visto el calor (y a pesar de lo que digan los puristas cafeteros) lo pedimos con hielo o como dicen en Valencia del tiempo.
El restaurante Puerta del Mar, a pesar de esos pequeños errores en la comida pues el servicio fue impecable, es una gran opción si uno se encuentra por el centro de la capital del Turia y a buen seguro que volveremos a dar otra oportunidad en próximas visitas.
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