José Mercé a estas alturas muy poco tiene que demostrar aunque en un mundo a veces de pestillo y cerrojo como el del flamenco se encuentre con alguna voz discordante, pero que como él mismo canta, que hablen lo que quieran que seguiré cantando mientras me quede un ápice de fuerza. Mercé se presentaba en Jerez de la Frontera, su patria chica, su gente, su ciudad y también rodeado de su provincia, a la que enarbola con un orgullo correspondido. Presentando su nuevo trabajo «El Oripandó», otro paso adelante en su carrera, otro riesgo calculado con el que seguir abriendo puertas, porque sin lugar a dudas, José Mercé es uno de esos cantaores que han llevado el flamenco al gran público. El de Jerez sabe como mecer con mimo y tradición la raíz del flamenco que ha mamado desde la cuna pero a la vez es capaz de cimbrear sus cimientos provocando grietas cuando no le duelen prendas en abrir sus brazos y prestar su garganta a las influencias propias y extrañas que enriquecen su propuesta, y ambas facetas se dieron la mano en el Tío Pepe Festival en esta fantástica noche de verano. Además tuvimos sorpresa final que no adelantaré, porque muchas veces los atajos nos hacen perdernos los detalles de los paisajes.
La primera parte del concierto la centra en la presentación de su nuevo disco, voz y banda, con el escenario aún vacío comienza a sonar «Preludio de un nuevo día» a la que da continuación con su primer single «Jamás desaparece lo que nunca parte» dedicada a la memoria de su hijo Curro fallecido hace ya 28 años y cuyo recuerdo se hace presente en una extensa pieza en la que el flamenco se abraza con desarrollos propios del rock progresivo logrando un cenit épico en el que la voz de Mercé es el hilo conductor, y que en directo suena de manera excelente, como presagio de lo que se nos venía encima. El martinete «Cuando todo empieza» con el sonido de la fragua marcando el compás y la voz de Mercé, que se encuentra en un excelente estado manejándola a su antojo, la que nos lleva a otra de las canciones de su nuevo disco, «Tengo cosas que contarte» en la que suenan las voces grabadas de Mala Rodriguez, uno de los múltiples artistas que colaboran en su nuevo disco. El ritmo que impone con la fusión de su flamenco — porque como él mismo exclama sobre el escenario, todo es música y yo añado— cuando se tiene talento esta casa de maravilla, se va metiendo al público en el bolsillo. La noche sigue quemando etapas, «Si tú me lo pides, volvería a empezar», «Cincuenta primaveras y otras mil que yo quisiera» dedicada a Mercedes, su compañera de vida durante tantos años, arriba y abajo del escenario, la bulería rock — como el propio Mercé la presenta— «El caminante», y para terminar el repaso a «El Oripandó» con «Alegría». El disco completo llevado al escenario de manera magistral, con unos músicos que como fiel tripulación conducen el barco a buen puerto. Emociones a flor de piel con una versión de «El breve espacio en que no estás» de Pablo Milanés, una canción tremendamente hermosa de por sí, que Mercé transporta directa al conducto donde se cocinan las emociones del público.
Segunda parte en la que rescata sus raíces; silla y un apabullante Manuel Cerpa que arrancó con sus acordes una y otra vez los aplausos del público mientras Mercé olvidaba nuevos vientos de ida y vuelta para centrarse en la fuerza motriz a base de Malagueñas, Soleá, Fandango y Seguirilla que lo reconcilia con el público más purista que a veces no termina de comprender que es necesario que entre el aire para dar alegría a la casa. Tras la demostración de voz y sentimiento de Mercé y de talento descomunal de Cerpa con la guitarra española, llega el turno de esas canciones que muchos esperaban porque no en vano son con las que Mercé ha atravesado el estrecho pasillo de la pureza mal entendida, para dejarla atrás y conectar con el gran público. Primero una adaptación muy flamenca de «Tu frialdad» de Triana, sin tratar de emular a Jesús De la Rosa y llevándola a su manera de comprender el legado que esperamos que dentro de muchísimo tiempo, deje José Mercé en la historia de la música de este país. «Al alba» de Aute y «Aíre» provocan el delirio de un público que a esas alturas estaba totalmente entregado a la causa, agradeciendo la entrega a un Mercé de omnipresente sonrisa. Para acabar, como no podía ser de otra manera, unas bulerías de Jerez, con patada de Mercé incluida que provocan un delirio ya desbordado. Si esperaba bastante de este concierto debo de decir bien fuerte que no solo cumplió las expectativas sino que las sobrepasó hasta límites insospechados, incluso he tenido que repasar una y otra vez el set list, porque podría jurar que Mercé solo estuvo un rato sobre el escenario de lo corto que se me hizo ante tal disfrute. Como colofón final, el Club de Embajadores de Cádiz nombraba a José Mercé nuevo miembro, en un emotivo cierre de una noche mágica.
Muy buen resumen, así fue, solo falta que cantó sin micro al final del concierto que es la parte que a mí más me gusta siempre. Un saludo