Noveno disco de la banda de Las Vegas que tiene como novedad la sustitución en la rítmica de Jason Hook por Andy James pero lejos de notarse el combo sigue engrasadísimo con la fuerza vocal de Ivan Moody y el talento a las seis cuerdas de Zoltan Bathory. «Afterlife» es un trabajo estupendo donde Five Finger Death Punch siguen demostrando ser el relevo de los grandes dinosaurios a los que les quedan pocas giras para la retirada. Un grupo que sigue mezclando con sabiduría la brutalidad del heavy metal con poderosas melodías y estribillos coreables, uniendo el metal clásico con el groove, e incluso, el metalcore o el nu metal.
Un Lp que comienza fuerte con los motivos circenses de sintetizador en «Welcome to the circus» que pasan a un irresistible ritmo casi de industrial (aunque conseguido con el contundente riff) y un estribillo melódico donde Moody demuestra su versalitidad con la voz al que sigue una de esas canciones con vocación de trascender como es la homónima «Afterlife», todo un «pelotazo» puro Five Finger Death Punch. Irresistible en todo su desarrollo que desemboca en un puente y estribillo impresionante. Un tema de esos que podríamos considerar comerciales, en el buen sentido de la palabra. Y de tan genial tonada a otra de las especialidades de 5FDP como son los medios tiempos con la brillante «Times like these», una de esas composiciones «sentidas» que en directo funcionaran, incluso, mejor. Un inicio de álbum donde parece que el grupo tiene la fórmula infalible para cambiar de velocidades y tono sin dejar de ser ellos, como sucede en la más «metalcore» «Roll dem bones», otro corte donde se combina las estrofas en modo «apisonadora» con los pausados estribillo y punteo central.
«Pick up behind you» esconde otro delicioso arranque donde se fusiona el golpe «machacón» de los instrumentos con un Moody sensible en las estrofas y algo más fuerte en el estribillo. Sorprende pues es la primera vez en «Afterlife» que deciden utilizar esa manera de abordar una canción. Así que siguen variando los «tempos» no sólo en la base rítmica y las guitarras sino también en la voz. «Judgment day» se atreve casi con el fraseo o el rap en la primera parte para volver a lo esperado en el puente y el bonito estribillo. «IOU» es otra «muesca» más en el rifle de los estadounidenses que recuerdan a los mejores Korn o Slipknot, dejando paso a «Thanks for asking», una balada con entrada casi «funky», de esas elegantes y muy americanas que combina el sabor añejo con toques contemporáneos.
Ya acercándonos al tercio final podemos descubrirnos ante la capacidad de seguir variando los ritmos sin dejar de ser ellos mismos y con esa facilidad para crear melodías que calen entre el oyente y que lleguen a sus numerosos seguidores. Así «Blood and tar» nos puede transportar al «groove» de unos Mastodon que enlaza con los silbidos iniciales de «All i know» que enlaza con un tarareo, la guitarra acústica de Bathory y un relajado Moody aunque sabemos que en el estribillo volverá a endurecerse. Previsible pero efectivo. «Gold gutter» quizás es de lo más flojo del disco, una transición que parece homenajear al «thrash» finalizando con «The end» un calmado y digno colofón (recordando algo la estructura de esa genialidad que es «Wrong side of heaven») a un álbum de envergadura que demuestra el gran momento de los de Nevada. El presente les pertenece. Deseando verles en vivo el próximo año en España.
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