El Domingo había menos público en el Mad Cool pero empezó fuerte. No sé si Princess Nokia es la nueva Beyoncé, la nueva Shakira o la próxima JLo pero argumentos no le faltan. La neoyorquina de origen portorriqueño demostró ser un vendaval sobre el escenario y calentó al personal todavía más en la calurosa tarde de este Domingo. No soy yo mucho de ritmos urbanos ni latinos pero reconozco que pasé un rato muy entretenido con Princess Nokia. Su música y su espectáculo es una fusión de múltiples referencias, sirva de ejemplo la camiseta de Led Zeppelin que lucía. Quizás solamente necesite un hit para convertirse en una estrella a nivel global. El tiempo dirá.
Me fui al escenario 4 (The Loop) que casi no había pisado en todo el festival para presenciar a Arlo Parks. Cuando empezó a sonar una sardana empecé a sospechar que algo iba mal. Mis sospechas se confirmaron cuando aparecieron en escena los catalanes Cala Vento. No era lo que yo esperaba ver pero, ya que estaba allí, los vi. Lo cierto es que este dúo de guitarra y batería (hay que ver lo pioneros que fueron The White Stripes) dieron un ameno recital ante sus seguidores, quienes no pararon de corear y bailar todas sus canciones. Hubo pogos y carreras entre un público entregado al 100 x 100. Me parece genial que en un festival de esta magnitud se incluyan nombres nacionales en el cartel aunque sea a contrarreloj.
Poco después en el mismo escenario vi a Tones and I, sí, la de Dance Monkey. A pesar del nombre es solamente una cantante. Lo cierto es que presentó quizás el decorado más singular de todo el festival (esa destartalada casa del terror me la hubiera llevado a casa) para presentar sus canciones. Tones and I es una cantante muy peculiar. Lejos del exhibicionismo o la provocación sexual de algunas cantantes (tipo Tove Lo o Princess Nokia) Tones and I aparece en escena con gorra y chaqueta aunque esté cayendo una canícula como la de ayer en plena ola de calor. Nada de explotar la imagen del cuerpo femenino, existen otros tipos cuerpos y cada uno muestra del suyo lo que le da la gana. Al lío, la cantante desgranó lo mejor de su breve discografía e incluso hizo algún cover el Diamonds de Rihannah. Pero lo que todos queríamos escuchar y provocó la histeria en The Loop fue su hit Dance Monkey. No tiene una gran presencia escénica ni es un animal del directo pero sí tiene una buena voz. No sé si Tones and I será una one hit wonder pero, sinceramente, espero que no.
Venga, corriendo al escenario 2 (Madrid is life) que empieza Nathy Peluso. La argentina salió como un tifón y arrasó con todo. Vestida de dominatrix y con un poderío escénico que nada tiene que envidiar a muchas anglosajonas que van de divas, la Peluso dejó al personal boquiabierto. Qué control del escenario, qué manera de bailar, qué manera de saltar a la comba, qué piernas tiene esta señora (debe hacer como 1 millón de sentadillas al día), qué forma de controlar a su público. A mí me recordó a la Madonna de sus buenos tiempos. Lo dicho, Peluso es un crisol de referencias que van desde lo latino al hip hop pasando por el pop. Se despachó a gusto con Ateo (su duo con C Tangana), Puro veneno y acabó con el Vivir así es morir de amor de Camilo Sesto. Ayer seguro que se ganó un buen montón de adeptos entre los que, como un servidor, no la teníamos muy controlada. Tras el tifón Peluso, Jack White lo tenía complicado para ser lo mejor del día.
En el escenario principal actuaban Natos y Waor pero yo me decidí por Two door cinema club (que son más mi rollo) y disfruté del buen pop de estos tipos. Son muy cool y muy british pero creando pop no tienen rival y tenían al público en el bolsillo de antemano. Sonaron francamente bien y sus canciones ganan enteros al ser coreadas por cientos de enfervorecidas gargantas. Del setlist destacaron Wonderful life, Sun y What you know.
Venga, un último empujón. ya solo me quedaba ver a mi adorado Jack White. A ver de qué palo salía hoy el ex White Stripes. Por suerte para nosotros, pudimos ver al Jack White más ruidoso y estridente. Cuando subió el telón azul que cubría el escenario pudimos ver a un Jack de pelo azul y con ganas de no hacer prisioneros. Atacó con una Taking me back de infarto, se le veía contento pero tras acabar el tema desapareció rabioso del escenario y tardó unos minutos en volver. La impresionante banda improvisó una jam hasta que Jack regresó al escenario sin dar explicaciones y siguió como si tal cosa. Ni idea de qué ocurrió pero el show siguió con normalidad. Jack estuvo estridente, ruidoso, garagero y genial. No faltaron sus desbarres a las 6 cuerdas ni sus grititos. Yo lo disfruté como un niño con un juguete nuevo. Siempre secundado por su formidable banda, Jack White se despachó a gusto con Black Math, Hotel Yorba y Hardest button to button de The White Stripes, I Cut Like a Buffalo de The dead weather o Steady, as She Goes de The raconteurs sin olvidar temas propios en solitario como Hi-De-Ho o Fear of the Dawn de su último LP. Sin descanso ni piedad, Jack se enredaba en sus solos y experimentos sonoros hasta que sonó ese himno que es Seven Nation Army que nos hizo de broche final al concierto y a este Mad Cool de 2022. Un final apoteósico con todos los asistentes coreando el tema como si no hubiera un mañana. No se me ocurre un final mejor para un festival.
Aquí os dejo alguna foto más del día.
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