Hablar de Journey es hacerlo de una de las bandas más influyentes dentro del rock melódico o el A.O.R.. Un auténtico “tótem” del que es complicado desprenderse de ese aura de leyenda, más si llevan once años sin presentarnos nuevo material (desde el lejano “Eclipse” de 2011). En este “Freedom”, tras un reconocible portada que nos retrotrae a inmortales composiciones del pasado, encontramos una producción interesante aunque ni mucho menos la mejor en su larga trayectoria, con canciones con el sello inconfundible de la banda y unos músicos que siguen siendo de los mejores en su estilo, con la impronta personal que ofrece Neal Schon a las seis cuerdas, los teclados mágicos de Jonathan Cain, la maravillosa voz de Arnel Pineda y una base rítmica de envergadura con el regreso de Randy Jackson al bajo y Deen Catronovo a la batería compartiendo puesto con Narada Michael Warren.
“Freedom” comienza su casi hora y cuarto de duración (“rara avis” en el panorama actual) con el sonido del teclado en “Together we run”, un precioso medio tiempo donde poco a poco se van introduciendo el resto de los instrumentos junto con la portentosa interpretación de Pineda. Una soberbia forma de empezar que llega al paroxismo con el reconocible punteo final de Schon. “Don´t give up on us” nos conduce sin remedio a “Separate ways”, sobre todo al inicio. Otro medio tiempo “marca de la casa”, agradable y fácil desde la primera escucha pero donde se sigue notando la impronta de unos músicos que siguen teniendo un gigantesco talento para componer y transmitir con cada compás, estribillo, coro o acometiendo sus instrumentos. Y tras dos muestras impresionantes de soft rock llega otra de las especialidades de Journey como es la balada. “Still believe in love” se puede englobar perfectamente dentro de las elegantes, de corte ochentero y con unos precisos coros en su bonito estribillo. Atmósferica y con protagonismo para Cain y Schon es cada uno de sus precisos riffs y solos.
Con estos primero tres temas podemos notar como “Freedom” no nos va a ofrecer innovaciones innecesarias ni un cambio de estilo. Los de San Francisco siguen mostrando y jugando con terrenos que saben de memoria y dejan su sabiduría en cada acorde y compás. Por eso, el ritmo “juguetón” y acelerado de la magnífica “You got the best on me” colmará de felicidad a cualquier seguidor de los estadounidenses, ya que destila sentimiento y alegría desde el primer momento hasta su portentoso estribillo. “Live tol ove again” nos hace bajar un tanto las pulsaciones pues nos encontramos otra balada aunque en esta ocasión más nostálgica e intimista, a golpe de piano y elevada por el tono épico de Arnel Pineda pero donde se nota lo bien conjuntado del grupo. Y es que este tipo de canciones Journey las ha “bordado” desde los setenta y ochenta.
El nivel es tan grande que “The way we used to be”, sin estar mal, no llega al nivel de excelencia que estábamos acostumbrados que desemboca en “Come away with me” de riff “machacón” y que le acerca al rock americano o, incluso, al hard rock. “After glow” nos devuelve a territorios más melódicos con una estructura en “crescendo” con lo que parece un metrónomo o pequeños golpes de percusión marcando el ritmo y un portentoso Deen Castronovo en los coros arropando a Pineda para que Neal Schon finalice con otro de esos punteos magníficos tan suyos acompañando los gritos y arabescos de la voz que deriva en los compases desérticos iniciales de “Let it rain”, un corte al más puro estilo Aerosmith, donde hasta Pineda cambia de registro mientras sus compañeros se gustan experimentando.
“Holding on” mantiene el tono rockero aunque resulta algo plana y repetitiva. Mejor nos suena “All day and all night” pues sin dejar el rock no notamos esa sensación de hastío de la anterior “Holding on” y que parece dejar la parte intermedia y conducirnos hacia el final del Lp que continua con “Don´t go”, de estribillo repetido hasta la saciedad (de esos que no se olvidan y sencillo de cantar en directo), lo cual, como es el caso, no es necesariamente un defecto pues la formación se encarga de ofrecer un compendio de sabiduría y buen hacer envolviendo a un lírico Arnel Pineda. Sin dejar el sonido ochentero pero bajando las revoluciones nos llega el medio tiempo “United we stand”. Bonito pero con la sensación de “deja vu” que continua con “Life rolls on”, otra canción que parece servir de transición en medio tiempo a los casi ocho minutos de “Beatiful as you are”, un suave e intimista comienzo que cambia en un “crescendo” con la banda al completo aunque es cierto que le falta un largo trecho (quizás por falta de sentido épico) para convertirse en un himno.
“Freedom” es un disco con geniales composiciones pero con un poco de relleno. Entendámonos, incluso en sus momentos menos buenos siguen siendo inalcanzables para la mayoría pero el tono medio es más que notable y sus primeras cinco canciones y unas cuantas del resto son absolutas muestras del talento atesorado durante tantas décadas. Quizás eliminando unos pocos temas hubiese quedado un trabajo más homogéneo y mejor. Aunque tras varias escuchas nos seguimos rindiendo a los californianos.
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