Había mucha expectación con la llegada de los Orange County al sur del sur, o al menos eso era lo que se intuía a través de redes sociales y conversaciones convencionales. Respaldado por el éxito de su último disco y una muy buena fama forjada a base de buenos directos, cimentaba aun más ese interés por ver que venían dispuestos a ofrecer los de California. Con una sala que presentaba una gran entrada, desconozco si al final se colgó el cartel de sold out pero de no ser así, poco faltaría, el ambiente invitaba a una de esas grandes noches de Rock And Roll que no se vosotros, pero yo he echado muchísimo de menos después de estos tiempos que nos han tocado vivir y que algún día contaremos como si de una vieja batalla lejana se tratara. Como decía, el ambiente era propicio. Debajo del escenario el interés y la excitación era tan creciente como palpable. Ya solo faltaba ver lo más importante, cómo se portaban Robert Jon & The Wreck sobre las tablas de La Guarida del Ángel.
Pasadas las diez de la noche la banda se adueñaba del escenario y mi sensación es que prácticamente desde el primer instante comprendieron que este partido lo tenían ganado de antemano así que decidieron corresponder al fervor de la gente y ya desde la inicial «The devil is your only friend» aquello se convertía en esa fiesta colectiva de la que seguramente andábamos tan necesitados y tanto echábamos de menos. Robert Jon & The Wreck es una banda que factura muy buenos discos, en mi opinión, incluso mucho mejor de lo que mucha gente piensa de alguno de ellos, pero que en directo alcanzan un nivel muy superior demostrando que la carretera es donde más a gusto se sienten. Alargan las canciones, ayudado por los fantásticos solos de Henry James, que acaparaba todas las miradas cada vez que se lanzaba a hechizarnos con el sonido que conseguía extraer de su guitarra, pero sin llegar al hastío del que pecan a veces algunas jam band que no tienen la capacidad de cortar justo antes de que llegue el bajón.
Suenan «Do you remember», «Hey mama», «Everyday». Cierras los ojos y te vienen a la mente viejos ecos sureños que te elevan con esas guitarras dobladas. «Oh Miss Carolina» pone el ambiente a mil por hora, la gente baila, canta, disfrutar. Por un instante mágico todos los problemas quedan a un lado y solo importan las canciones. «Waiting for your man». La cabra tira al monte y yo me rindo ante ellos de forma incondicional cuando rockean de esta manera, con ese marcado riff. Pasado y presente se dan la mano como si no existiese la distancia temporal en el sonido de Robert Jon & The Wreck de la manera que no todo el mundo es capaz de conseguir. Si el Rock And Roll es sexy y sensual es gracias a canciones como «Old friend» y su espíritu funk.
Aunque andan prestando su último disco, «Shine a light on me brother», basan su set list en todos sus discos, reforzando cada una de sus épocas y eso es de agradecer, pero llega el momento de recordar la naturaleza del tour y suena la canción que da nombre al disco, otro subidón de adrenalina coreado por la sala. Suena «Cold night» para cerrar en primera instancia la noche. Saludan, se marchan, pero el griterío no para, las ganas hoy no las cansa nadie y tras la impaciente parada de rigor se despiden con «On the run». Un concierto enorme que nos dejó exhausto pero que hubiésemos querido que no terminase nunca. Robert Jon & The Wreck, esa incógnita maldita de bandas de este calibre girando por pequeñas salas, para fortuna nuestra por otro lado. Dudo que alguien quedase insatisfecho esta noche.
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