En pleno barrio de Chueca y presidido por un mural en el interior de la película “El viaje de Chihiro” se encuentra la Izakaya Han, uno de los mejores asiáticos que puede uno encontrar en Madrid en cuanto relación calidad- precio. Llevado con sabiduría y mano maestra por los chefs Emilia y Han, encontramos un local acogedor, no muy grande, y especializado en cocina japonesa y coreana aunque sin la presencia de los yakiniku, las parrillas tan características de esa parte del extremo oriente.
Una vez acomodados en nuestra mesa comenzamos el ágape con unas cervezas. En concreto probamos dos: la tradicional Sapporo japonesa y la Cass coreana. Más interesante la nipona pero como somos unos clásicos acabamos maridando los platos con unos dobles de Mahou Clásica de barril. Es cierto que tienen vinos pero los platos crudos siempre nos han sabido mejor maridados con cerveza que con vino.
De aperitivo nos sirvieron una dulce crema de calabaza que sirvió para empezar a preparar el estómago antes de que nos sirvieran unos correctos nori maki de atún y un surtido de nigiris compuesto por maguro (lomo de atún), salmón, pez mantequilla, pez limón y gamba. Este último presentado de forma divertida con la cabeza del marisco como decoración y un poco de cebollino picado junto al alga. El pescado es de calidad y se nota en el sabor, además el arroz esta es su punto perfecto glutinoso y es de tamaño perfecto para acometerlo de un solo bocado.
Además es de agradecer la gran medida con los tiempos pues a pesar de que pedimos la comanda junta, supieron ir trayendo los platos por tandas, respetando el orden correcto para ir sirviendo los platos en mesa, no amontonando comida algo que suele estresar, variar las temperaturas de las raciones y que deja una sensación negativa, evitando el disfrute. En Izakaya Han cuidan esas cosas y los comensales lo agradecemos.
Tras la parte japonesa llegaba el turno a la coreana que comenzaba con el Yukhoe, un steak tartar con piñones al estilo coreano. Sorprendente y muy bueno. Con un soporte con pera que le otorgaba un punto dulce y refrescante y una carne con un corte original, sustituyendo los habituales dados por tiras de ternera de gran sabor y acertado marinado. Sólo por este bocado merece la pena la visita.
Sorprendidos gratamente probamos otra de las especialidades en esa sección de Corea como es el Dakgangjeong, un pollo frito crujiente y con toque de sésamo presentado en una salsa de impresión. Elegimos la medio picante y la picante y el toque es soberbio en ambas. El pique no es excesivo y cualquier persona con una tolerancia media puede soportarlo y además permite observar los matices, en los trozos de ave, jugosos y tiernos, con un rebozado intenso que permite que la salsa se hibride en cada bocado. Otro punto a favor que acompañamos con un correcto kimchee, con la col perfectamente fermentada y su agradable toque picante.
Un restaurante que se ha convertido en uno de los lugares habituales de un público que sabe que va a comer de forma estupenda, en un ambiente tranquilo y relajado que permite la conversación y donde los tiempos de presentación de cada plato se respeta admirablemente. No en vano de ello se encargan los chefs, paseando por las mesas y preguntando por las delicias que ofrecen en esta recomendable Izakaya Han.
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