Undécimo álbum de The Black keys, banda que parecía destinada a ser relevo de los grupos clásicos del rock de estadio con dos discos que ya tienen más de una década como fueron “Brothers” y, sobre todo, “El camino”. Desde entonces su actualización del blues rock ha seguido una constante cuesta abajo con trabajos con cada vez menos resonancia y, por lo tanto, menos espectadores y ventas.
El pasado año, en el colmo del paroxismo, y suponemos que hartos de no conseguir réditos pasados editaron “Delta kream” basado en versiones de otras formaciones de blues que les marcaron de una forma u otra, lo que parecía ser los últimos extertores del dúo conformado por Dan Auerbach y Patrick Carney (algo así como pasó con Gun’s and roses y su “Spaghetti incident). Pero por fortuna eso no ha sucedido y ahora nos llega este “The dropout boogie” que sin llegar a las cotas de excelencia de sus mejores Lp’s sí les devuelve a los focos mediáticos pues estamos ante lo mejor escrito por los estadounidenses en bastante tiempo.
Disco corto de poco más de treinta y cuatro minutos, con el sello de Warner, que comienza fuerte con un single de manual como es “Wild child”, a la que podemos encontrar similitudes con su mejor época y paralelismos con algunos cortes de “Brothers” y “El camino”. La senda de temas coreables y accesibles a todo tipo de público continúa con “It ain’t over” y su arrollador fondo “funky”. Dos concesiones a lo más comercial (en el buen sentido de la palabra) pero que gira hacia el blues con “For the love of Money” que les devuelve a su esencia pues no olvidemos que los de Ohio se hicieron célebres por la actualización del blues- rock. Algo que se nota en la estupenda “Your team is looking good” que suena a ZZ Top por todos sus poros. Curiosamente, más que el relajado medio tiempo “Good love”, a pesar de contar para el solo con la presencia del mismísimo Billy F. Gibbons. Aun así esta primera parte del “The dropout boogie” resulta interesante y notable en su ejecución, con más que dignas canciones y un par de “pildorazos” parea intentar reverdecer viejos laureles.
La segunda parte del Lp comienza con los pausados acordes la pausada y tranquila “How long” de inspiración setentera que contrasta con la más “garajera” (aunque sin abandonar la melodía blues- rock) “Burn the damn thing down”, siguiendo con la minimalista “Happiness”, grabada en una sola toma (como otras cuantas del trabajo) pero que convence con su melodía y la interpretación de un Auerbach que sabe llevar la canción a su terreno con sabiduría. De hecho es una mejora exponencial con los álbumes anteriores pues vemos a Auerbach más dispuesto y creativo en su despliegue vocal, aprovechando sus recursos interpretativos y bonita voz. De esa forma llegamos a la parte final con otra buena muestra del talento del talento de The Black Keys con la convincente “Baby i’m coming home” y el calmado desenlace con la “pantanosa” guitarra de “Didn’t i love you”.
Estamos ante una buena colección de canciones, con dos cortes iniciales que intentan conectar con la mayor cantidad de seguidores y volver al candelero para seguir con una suerte dispar de unir blues más puro con rock clásico en la línea de los “covers” del “Delta kream” pero dando la sensación de quedarse a medio camino pues no parece probable que lleguen con “The dropout boogie” a las cotas pasadas de popularidad. Pero sí, por lo menos este buen puñado de temas tienen un nivel notable en sus diez melodías y no vemos nada que sobre ni parezca un descarte o relleno para lograr un larga duración.
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