La zona de Ibiza se ha convertido por méritos propios en una de las más destacadas para comer en Madrid. Hemos hablado de ella en el pasado y hoy lo volvemos a hacer para hablar de Castelados, un proyecto que suma lo mejor del cercano restaurante La Castela, el cual lleva operando desde 1989 en la cercana calle de Doctor Castelo, uno de esos restaurantes a los que merece la pena visitar de vez en cuando, separando espacios entre el comedor y una barra con mesas altas y terraza para encuentros más informales. Además la calidad- precio es de las mejores que podemos recomendar, no en vano aparece por méritos propios en la Guia Michelín como Bib Gourmand que destaca aquellos lugares donde se puede comer por menos de 35 euros. Sitios especiales que sirven de antesala a las codiciadas estrellas.
De lo probado en Castelados podríamos destacar todo, pues lo que probamos estaba exquisito gracias a una materia prima cuidada, con productos de gran calidad y buenos cocinados y presentaciones. Nos hablaron maravillas de sus pescados y mariscos, así que íbamos con ganas de probar sus apetecibles productos del mar. Tras tomar unas cervezas mientras hacíamos tiempo, por supuesto Mahou de barril (que para algo estábamos en la capital de España) con su correspondiente aperitivo, nos sentamos eligiendo un vino de su interesante carta.
Elegimos un clásico como es el Viñas del Vero Gewürzstraminer con denominación de origen Somontano, un blanco perfecto para mariscos y pescados, de las que al final acabamos bebiendo dos botellas.
La primera llegó con tres entrantes a cada cuál mejor con unas clóchinas, ese mejillón de pequeño tamaño tan célebre por el Mediterráneo. Los hemos probado buenísimos por el Barrio del Carmen de Valencia pero estos eran insuperables, salteados en sarten con cayena, ajo y perejil. Soberbios.
Tanto como los boquerones en tempura, uno de esos platos que hay que pedir siempre que se visite Castelados. Para rematar esta primera parte nos deleitamos con unas delicadas croquetas de carabineros, no demasiado grandes y perfectas para comer de un solo bocado, con cremosa bechamel y plenas de sabor.
Muy satisfechos continuamos con un excepcional rape con boletus. Un fuera de carta que nos recomendó su atento y experto servicio y con el que no fallamos. Se notaba la frescura del pescado, además estaba cocinado en su punto perfecto, potenciado por sabor que le otorgaban los hongos. A eso se llama cocina de producto o mercado.
Antes hablábamos maravillas de su personal, cosa que podemos asegurar pues preguntábamos si eso sería suficiente para los comensales (éramos tres personas) ante lo que nos sugirió que pidiésemos y si nos encontrábamos con hambre pidiésemos un postre o algún otro plato. Detalles que se agradecen y que otorgan confianza a un establecimiento pues se descubre que no pretenden engañar.
Como no somos demasiado de postres atacamos a un estupendo solomillo con foie, con la ternera en el punto que pedimos y hecha al oloroso. Un guiño andaluz que notamos en una parte de la carta, con múltiples platos de la zona de Cádiz. Me hubiese gustado probarlos (otro día lo haré) pero al venir de esa zona al sur de la península preferimos degustar otros manjares.
Lo que es indudable es que se pida lo que se pida no se va a errar. Castelados es sinónimo de satisfación. Y además con el añadido de un precio moderado.
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