Fundador junto Ian Hill, culpables ambos de la llegada de Rob Halford a Judas, su legado e importancia en el devenir de la seguramente más grande banda de heavy metal, está ahí. Kent siempre fue un tipo de carácter peculiar. Contaba Halford, que para su sorpresa, no puso ninguna pega cuando este le propuso incluir en el grupo otro guitarrista, es más, le pareció algo necesario. Y la historia les dio la razón, porque la entrada de Glenn Tipton les llevó a ese sonido tan reconocible e identificable. Y eso que K.K. siempre mantuvo en su relación – musical – con Glenn cierta tensión pero que jamás fue lo suficientemente importante para erosionar la relación dentro del grupo, seguramente facilitado por el carácter del resto, todo habría que decirlo. Pero llegó el momento en que Kent pensó que estaba mejor fuera de la banda, sus razones tendría y hay quien incluso habla de cierta desconfianza en el estado de Judas Priest, algo que con discos como «Redeemer of souls» y sobre todo «Firepower» no le concedió la razón. A raíz de ahí, Downing ha sido la nota discordante del universo Judas Priest con salidas de tono en sus declaraciones, que se acentuaron cuando intentó regresar al grupo y estos les cerraron las puertas en las narices.
Ahora K.K. Downing se presenta ante nosotros con este proyecto para el que quiso alistar a Les Binks, aunque finalmente el batería se quedó fuera y al ex de Judas, Ripper Owens. Me debato en una duda infinita con este «Sermons of the Sinner» entre lo que me gusta el disco y la sensación de cara dura que desprende Downing. Desde el nombre del grupo hasta el sonido del disco, por no hablar de la inclusión de Owens. «Sermons of the Sinner» es puro heavy metal a lo Judas Priest como no podía ser de otra forma, entroncado principalmente en el periodo que va de «Painkiller» a «Jugulator» principalmente. Ese punto de dureza que Judas añadieron a su música en la década de los 90. He dejado fuera «Demolition» porque nunca me atrajo ese disco, bueno, a ser sincero nada de la época Owens lo hace, me reconozco excesivamente intransigente cuando el Metal God no está al cargo de las voces en el grupo. Si soy capaz de olvidar todo esto, que no lo consigo en todo momento, lo cierto es que disfruto de «Sermon of the Sinner» porque realmente no es para menos. Después de la intro de rigor – que puñetera manía – nos metemos en harina con «Hellfire Thunderbolt» que parece extrapolado de las sesiones de grabación de «Painkiller» con esos duelos de guitarras e incluso un Owens convertido en impersonator de Halford.
La canción que da nombre al disco sigue por el mismo camino que la anterior, esa forma de cantar que golpea cada frase destilando dureza con cada sílaba. «Sacerdote y diablo» – ¿era necesario ese estribillo en macarrónico español de güiri borracho en Marbella? – presume de estrofa acercándose más al sonido de los ochenta, pero es que el estribillo no me termina de enganchar. Judas Priest siempre trataban de incluir en sus discos esa canción himno que nos llevase a desgañitarnos en cada canción coreando su estribillo y «Raise your fists» trata de cumplir dicho objetivo en este disco, tanto por el riff como por la melodía de voz aunque dicen que las comparaciones son odiosas, así que me voy a limitar a no hacerlas que bastante estoy comparando ya, pero es que es inevitable al menos para mi. El mismo efecto busca «Brothers of the road» que curiosamente quien me trae a la cabeza es a Manowar e imagino que a K.K. en esta canción podría estar acompañándole el todo poderoso Ross The Boss.
Si hasta aquí, te guste más o menos el planteamiento del disco, estaba siendo bastante bueno, pinchan hueso con «Metal through and through». Una pretensión de canción épica de ocho minutos que incluso tiene algún detalle vocal a lo Bruce Dickinson en la estrofa y a pesar de los interesantes desarrollos de la canción se queda un escalón – al menos – por debajo de lo que hasta el momento llevábamos escuchado. «Wild and free» recupera la tralla como seña de identidad, con unas potentísimas guitarras de Downing y Tony Newton, una batería precisa y contundente – hay que reconocer el gran trabajo de Sean Elg durante todo el disco – y ese intermedio que invita al headbanging. «Hail for the Priest» es mas de lo mismo, efectiva, directa, bien recibida. Para cerrar el disco nos encontramos con «Return of the Sentinel» que personalmente me parece ya el sumun de la cara dura, lo siento si soy tan crudo con este disco pero no lo puedo evitar. Ocho oscuros minutos que si pretenden ser una segunda parte, un guiño o un homenaje no lo se, pero que cómo pasa con «Metal Through and Through» se queda en un quiero y no puedo. En resumen e intentando olvidar en lo posible todos los peros extramusicales, «Sermons of the Sinner» me parece un disco correcto, incluso más aunque le fallen dos o tres canciones para haberse situado en un escalón más alto y que al volumen adecuado voy a disfrutar seguramente mucho, porque al final, la cabra tira al monte.
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