Hay noches que se nos quedan grabadas a fuego. Y anoche fue una de esas noches. The Last Internationale han vuelto a la carretera con esta gira por España y Portugal que los ha traído hasta La casa del loco en Zaragoza. Era de esperar que The Last Internationale salieran con ganas en su segundo concierto eléctrico tras dos años en barbecho por la pandemia, pero es que arrasaron con todo. Lo de anoche fue uno de esos conciertos memorables que los asistentes atesoraremos en nuestra memoria.
Presentados en formato trío, con Eloy Casagrande a la batería, The Last International desplegaron toda su artillería ya con una The killing fields que hizo saltar todas las alarmas. Ahí estaban en escena tres músicos excelentes dejándose la piel sobre el escenario. Casagrande, un bestia a las baquetas, Edgey sodomizando su guitarra sin piedad y una Delila Paz al bajo que fue la revelación de la noche. Sabía que canta como los ángeles cabreados pero su faceta de frontwoman la desconocía. Si el grupo estuvo de sobresaliente, Delila estuvo de matrícula de honor. No solamente brilló con su voz sino que jugó hábilmente con el respetable. Delila bajó del escenario, se paseó entre el público e incluso nos hizo sentarnos en el suelo. A ver quien le dice que no. Lo cierto es que se mostró como una impecable maestra de ceremonias, sobre todo cuando se liberó del bajo cediéndoselo a un roadie. Aquello era una eucaristía pagana, The Last Internationale eran los oficiantes y Delila era la suma sacerdotisa. Y todo en una sala a muy poca distancia. Vamos, que te pinchan y no sangras.
Respecto al setlist, no se anduvieron por las ramas y repasaron lo más destroyer de sus dos LPs. Hubo cañonazos como la citada Killing fields, Indian blood o una Hard times con la que rozamos a gloria. Madre mía. ¿Cómo explicarlo? Era como si Jimi Hendrix se hubiera apareado con Janis Joplin dando como vástagos a estas tres bestias pardas. Sonaron especialmente enérgicas Mind aint Free, 5th World y Wanted man pero con Soul on fire llegamos al éxtasis. ¿Cómo acabo esta celebración pagana? con el grupo invitando a subir al escenario a parte del público para corear 1968, el tema que cerraba We will reign y que ayer hizo lo propio de manera caótica y brutal.
Al finalizar este akelarre me vino una reflexión: No sé si el rock volverá a las listas de éxitos algún día ni entiendo como The Last Internationale no están llenando estadios, mientras tanto: disfrutemos del lujo de verlos en una sala.
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