El festival Intramuros de Jerez de la Frontera cumplía su cuarta edición en este 2021 con un cartel interesante celebrado en dos días (6 y 7 de noviembre) en el coqueto recinto de la céntrica Plaza Belén, con la catedral de fondo y un mural homenajeando a Lola Flores pintado en uno de los edificios adyacentes. Barras de restauración con comida y bebida y algunos puestos completaban el estupendo panorama. Además de que el festival es gratuito, con bandas de cierto renombre lo que reflejaba una buena presencia de aficionados aunque en los dos conciertos que asistimos echamos en falta presencia de público joven. Luego hablaremos del relevo generacional o el precio de las entradas pero parece ser que en esto del rock algunas edades no van ni gratis.
Siento no haber podido ir a más pero compromisos diversos evitaban nuestra presencia el domingo y buena parte del sábado, así que con la resignación de sólo poder asistir a Arizona Baby y Los Zigarros, tras disfrutar de unas tapas y unos vinos en alguno de los recomendables tabancos jerezanos, buscábamos un hueco privilegiado para disfrutar de los grupos en una fría noche en lo que a temperatura se refiere porque también en el sur refresca de vez en cuando.
A las diez y media comenzaban los vallisoletanos Arizona Baby, unos veteranos y referentes en lo que a sonido americano se refiere. Quizás los más importantes que ha dado España. Desde el ya lejano 2018 con “Sonora” llevan sin sacar disco aunque Javier Vielba nos contó entre unas cuantas anécdotas que el año que viene lanzarán su próximo trabajo, antes de romper una de las cuerdas de su guitarra y explicarnos que eso sucede porque siempre tocan al máximo y que no nos fiemos de las formaciones que no rompen cuerdas. Bromas aparte, el trío castellano suenan a la perfección, con Vielba a la guitarra de acompañamiento y vocalista front- man, dejando el protagonismo a las seis cuerdas a Rubén Marrón, sentado todo el concierto, sacando brillo en cada nota a su acústica y su pedal, bien secundado a la batería por Guillermo Aragón. Cuarenta y cinco minutos que pasaron en un suspiro con grandísimos temas como el funky desatado de “Deivilish minds”, la potencia sonora de “UpDownAroundGo”, la divertida versión del “16 tons” o su iiresistible “Shiralee” con el que finalizaron.
Y tras un breve descanso y poco antes de las doce aparecían en escena los hermanos Tormo junto a la base rítmica de Adrián Ribés y Nacho Tamarit, unos Los Zigarros que se han convertido por méritos propios como una de las bandas imprescindibles del rock and roll patrio. Su inconfundible sonido encandiló a casi todos los presentes que botaban y coreaban los estribillos de sus pegadizas canciones. Maravillas como “Hablar, hablar, hablar”, “Desde que ya no eres mía”, “Dispárame”, “Malas decisiones”, “Dentro de la ley”, “A todo que sí” o “¿Qué demonios hago yo aquí?” les encumbraron en su hora y media de actuación que además, como regalo, nos dejaron una curiosa versión del “My generation” de The Who.
Hemos visto a los valencianos en numerosas ocasiones y todavía no hemos visto un mal directo de ellos. Son uno de esos conjuntos perfectamente engrasados ante el cual es imposible no parar de moverse.
Fotografía de Silvia Salado
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