La música es mi único triunfo, porque aprendí hace ya algunas lunas que no necesito dar explicaciones ni hacer brindis al sol, sola y únicamente disfrutarla y sentirla, más allá de la opinión del resto, por muy interesante que me pueda parecer a veces. Sensaciones a las que poner voces. Tratados sobre la materia arrinconados y hechos cenizas, prevaleciendo ese espíritu liberador y redentor que permite a la mente divagar y escapar por senderos imaginarios donde a nadie se le ocurriría jamás colocar una puta frontera. Y es que estas están ideadas única y exclusivamente para separar, por eso abogo por su demolición como fe de vida, como ideología proscrita y verdadera. Banderas creadas para secar las manos, porque no creo en ellas pero sí en los himnos, esos que salen de las mentes de aquellos tocados con la gracia de ser capaces de componer una canción. Como los almeriense Stay To Sleep. Encasillarlos no es mi menester, porque las etiquetas como las fronteras me producen tanta descomposición como pereza. En una creencia verdadera de que la música solo se divide en la que me gusta o no, todo lo demás me sobra, si no es capaz de calar hasta el tuétano. Stay To Sleep lo hacen, con este primer larga duración, después de un anterior ep en el que demostraban alinearse en el bando correcto, que es el mío pero no tiene porque coincidir con el tuyo.
La voz de Noe Grimes, junto a esos riffs rocosos de Christ O. Rodríguez y María Makia, capaces de mezclar omnipresencia con la densidad de sus atmósferas. La ya conocida «Semen up» abre el disco. Ese equilibrio entre rocosidad y tensa calma les queda de maravilla. «Insane» se desenvuelve en aquello que gustan en llamar shoegaze, que no es más que esa bendita mezcla de oscuridad, distorsión y melodías bien construidas, que aquí se dan cita sin que ninguno de sus ingredientes quede por debajo del nivel de los otros. Si la guitarra preserva la fiereza, y la voz las atmósferas embriagadoras, no es justo dejar de destacar el trabajo de Amara Baila y Tony Linares, cerrando un círculo donde encajan a la perfección todas las piezas. En «Lucky» muestran su faceta mas enérgica aspirando aíres del rock de los noventa. El comienzo de «Twilight» nos introduce en parajes propios del post rock antes de encaminarse hacia elementos más pop para los que se convierten en necesario protagonista el trabajo instrumental. «Donna» nos hace un guiño con ese riff hacia sonidos más clásicos, elementos psych que casan perfectamente con el trabajo melódico vocal. «The Fog» se acerca a orillas del indie, con un sonido más vital y alegre, apostando por la fuerza bien controlada.
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