María Dueñas consiguió la fama y el éxito en 2009 con su primera novela “El tiempo entre costuras”, un estupendo libro que narraba en ojos de una modesta costurera, la conflictiva década de los treinta y cuarenta entre las localizaciones de Madrid, Tanger y Lisboa. Su “superventas” se convirtió en una serie en 2012, de la mano de Atresmedia. Un buen producto, bien elaborado y que trasladaba a la pequeña pantalla las desventuras de Sira Quiroga, que este 2021 tiene su continuación literaria con “Sira”.
“La templanza” fue su tercer trabajo, fechado en 2015 y ahora, de la mano de Amazon prime Video llega a nuestros televisores en formato miniserie de diez episodios, dispuesta a conquistar los corazones del gran público. Esta vez tenemos dos historias paralelas que se cruzarán en algún momento. Por un lado, una joven jerezana, hija de una importante familia de bodegueros, casada por poderes con el maduro prometido británico de su hermana mayor y por otro lado, un indiano que deja su Castilla natal para emigrar, con sus dos hijos pequeños, a México en busca de un futuro, tras el fallecimiento de su esposa, al alumbrar a su pequeño. La acción se sucede entre Jerez de la Frontera, Londres, Veracruz y La Habana, en una historia que se sucede a lo largo de más de veinticinco años, narrado en tono trágico donde el destino parece ser un protagonista más, entre unos personajes que se enriquecen y se arruinan, sufren por amores imposibles, por negocios turbios o por familiares que se mueven por la codicia y el dinero. Un argumento que funciona, que divierte y donde es sencillo empatizar con los protagonistas Soledad Montalvo y Mauro Larrea, una pareja condenada a entenderse, luchar contra las múltiples adversidades y encontrar su lugar en el mundo.
La serie tiene una interesante factura formal, bien ambientada en el final del siglo XIX y con un reparto estupendo donde destacan una magnífica Leonor Watling, a la altura de sus mejores papeles de hace décadas y el colombiano Rafael Novoa, quien encarna un perfecto galán. El resto del elenco une las dos orillas del océano Atlántico, con gente española, mejicana, cubana o inglesa. Y además con el añadido de que respetan los acentos autóctonos, lo cual se agradece, pues en Jerez se habla con el acento gaditano, en Londres en la lengua de Shakespeare y en México y Cuba con sus hablas típicas. Cosa que parece estar en boga, pues en la fallida «El desorden que dejas» sucedía lo mismo con el gallego. Sólo por eso, es disculpable algún acento algo forzado (no en el caso de Emilio Gutiérrez Caba, demostrando que la antigua escuela de actores en capaz de simular a quien sea. Gente curtida en el teatro y con interpretaciones lejos del alcance de las nuevas generaciones).
Su ritmo es el adecuado, con una puesta en escena efectiva y capítulos que dejan con ganas de más. Por eso, se pueden disculpar algún episodio algo más irregular, ciertos lugares comunes y situaciones de difícil verosimilitud. Pero eso es una mínima parte, pues el tono medio es notable, con buena realización, dirección de actores, conveniente ambientación y unos personajes que funcionan, tanto los principales como los secundarios, con el añadido de que los villanos tienen mucha entidad. Todos parecen peligrosos siendo vulnerables “a priori”, tanto Carola Gorostiza, Alan o los socios de Edward Claydon. Además con el plus de ofrecer una trama de lo más políticamente incorrecta, pues Soledad es desposada con alguien que ella no desea, un hombre mucho más mayor que ella. Pues el tipo en cuestión, resultará un marido magnífico, padre perfecto, trabajador incansable para mantener a su mujer y tres hijas, correspondiendo su amor su abnegada esposa, enamorada con el tiempo de ese caballero.
“La templanza” es una epopeya que nos ha convencido y que dignifica el buen nombre de María Dueñas, una novelista que puede presumir de tener un público amplio y fiel y libros que encabezan las listas de ventas.
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