Miniserie española de solo ocho episodios que ha conseguido multitud de seguidores, gente de todo tipo impactados por la trama y por la resolución de un misterio que, debemos reconocer, no ha conseguido interesarnos demasiado. El argumento es más o menos sencillo, donde una profesora sustituta acepta un trabajo en el pueblo donde nació su marido. Ella ama su trabajo pero pronto descubre que la anterior maestra murió en extrañas circunstancias y que al recibir una nota amenazadora su vida también empieza a estar en peligro, sufriendo un proceso mental parecido a la anterior fallecida según va investigando y más trapos sucios salen a la luz.

El problema es que “El desorden que dejas” está basado en una novela, que no hemos leído, que parece escrita para ser adaptada a medio audiovisual, si la adaptación ha sido más o menos literal. Lo cual no sería de extrañar pues su autor Carlos Montero se encuentra detrás del guion y de una parte importante de la dirección, por lo que su puesta en escena es irregular, “ombliguista” en múltiples pasajes y cargada de corrección política, donde apenas se vislumbran personajes con rectitud moral, salvo la amiga transexual que parece que su único destino es servir y ayudar en lo que necesite a la protagonista o, desde casi el comienzo, se puede ver a los poderosos como pérfidos y malvados, sin valores positivos más que su dinero, mientras que el resto van teniendo cierta justificación, bien porque tienen familiares directos con problemas de salud o económicos o bien porque son jóvenes influenciables, menores de edad, en todos los sentidos, sin culpa ni responsabilidad. Y este punto es quizás el más interesante de analizar y donde no hemos podido dejar de pensar en el extraordinario ensayo de José Sánchez Tortosa “El profesor en la trinchera”, publicado por «La Esfera de los Libros», donde se defendía la batalla entre dos polos: “los alumnos defendiendo su ignorancia y la frustración de los profesores tratando de combatirla”. Esta cita literal nos lleva a lo que sucede en “El desorden que dejas”, donde los jóvenes por un lado, insultan, humillan y tratan con desdén a propios y extraños y, por otro lado, sufren como seres desvalidos ante unos profesores que pueden tener vocación y las mejores intenciones pero no estar preparados. Citamos, de nuevo, el libro de  Sánchez Tortosa y su capítulo “El profesor es un obstáculo”: “-Se les prepara, en el mejor de los casos, para tener unos conocimientos. Pero para transmitirlos y, sobre todo, para que esa transmisión se pueda llevar a efecto en el aula, tiene que haber receptores que lo sean, es decir, dispuestos a recibir la información. Ante la ausencia de esa receptividad, el profesor se ve obligado a conquistarla por medio de la firmeza, paciencia, experiencia y una formación puramente autodidacta. Es decir, se trata de una labor para la que técnicamente no ha sido preparado, y para la que no todos valen, ya que precisa de una facultades psicológicas determinadas sin la que no es fácil mantener la cordura mucho tiempo en un aula de secundaria.-“ (páginas 80-81)

Y eso es lo que vemos en la serie, donde los alumnos tratan como iguales a sus profesores, ofrecen grandes discursos feministas, disfrutan el sexo en grupo o, hasta, se acuestan con los que les enseñan. Todo sin saber nada, sin estar preparados. Y esto sucede mezclado con una intriga mejorable, con una factura formal donde destaca el paisaje gallego y unas interpretaciones irregulares con buenos momentos y secuencias, alternadas con otras algo peores, todo teñido bajo el tamiz de canciones en tono “indie” de Xoel López o Iván Ferreiro.

Un buen intento para mostrarnos a realidad de los institutos españoles que, sin embargo, no llega ni a acercarse al fantástico “El profesor en la trinchera”, cada vez más necesario y de actualidad.

El desorden que dejas – Serie Netflix

by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personal el curioso observador

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