De Tom Wolfe, uno de los abanderados del “nuevo periodismo”, se han hecho pocas traslaciones a imágenes de sus brillantes novelas y con no demasiado éxito, pues de “Elegidos para la gloria” se hizo una versión en los ochenta por Philip Kaufman que sin estar mal no le hacía justicia al libro en el que se basa y a principios de los noventa otra de “La hoguera de las vanidades”, por el brillante Brian De Palma, entretenida pero lejos, muy lejos del material literario. De otras joyas como “Soy Charlotte Simmons” no se ha oído ni un mínimo acercamiento al cine. Ahora nos llega una versión en serie de “Elegidos para la gloria”, cuyo título original es “The right stuff” que se ha traducido siempre al español como lo que hay que tener. Y como en la cinta de Kaufman hay momentos de interés junto con otros menos entonados. Y es que es complejo llevar a la pantalla el extraordinario estilo de Wolfe y su alambicado estilo, mezclando la mordacidad con lo épico.
Para los ocho episodios con los que cuenta el serial han decidido seguir la línea marcada por el libro, con alguna serie de cambios, más o menos discutibles. La principal eliminar la historia paralela de Chuck Yeager, como el primer hombre en superar la barrera del sonido e incluir otra más en consonancia con estos tiempos, pero que “chirría” en exceso, sobre un proyecto paralelo de mujeres piloto encabezado por la esposa de uno de los astronautas, pues el eje central sigue siendo los pilotos que encarnaron la primera generación de astronautas estadounidenses. Y hay que debatir si el estilo se centra más en la gesta heroica de estos jóvenes exitosos, su ambición, rivalidad y la lucha contra los soviéticos por ser los primeros en la batalla espacial o por otro, el drama personal, con sus mujeres, hijos y las complejas relaciones con las familias. “Elegidos para la gloria” opta por intentar unir las dos facetas del argumento, lo cual es casi imposible de realizar en todo momento y todo el tiempo. Aun así es un trabajo estimable, una epopeya que se ve con agrado, bien contada y dirigida.
El nudo vertebrador se centra en tres aspirantes a astronautas con un mismo objetivo de triunfo pero de diferente manera de encarar la vida. Mientras John Glenn encarna los valores morales, de fidelidad y buenas maneras que se exige para contentar a la opinión pública, Alan Shepard es mal encarado y mujeriego y Gordon Cooper intenta rehacer su matrimonio hundido por una infidelidad. Son los tres protagonistas aunque también se le da más presencia a Bob Gilruth como el responsable del proyecto, dándole unas cualidades al personaje casi de instructor militar. Por cierto, bien interpretado por Patrick Fischler, encabezando un reparto donde todos cumplen a la perfección sus roles, tanto los masculinos como los femeninos.
Buen trabajo el de su creador Mark Lafferty, guionista y productor curtido en la televisión con productos tan atrayentes como “Castle Rock” o la genial «Historias del bucle» aunque no es el único nombre conocido, pues en los créditos aparece la producción ejecutiva de Leonardo Di Caprio o como consultora de dirección, la mítica editora de Martin Scorsese, Thelma Schoonmaker. Todos consiguen un digno resultado, con tramos irregulares y que avanza en forma ascendente en sus pretensiones, llegando más en la parte épica que en la intimista y con una ambientación convincente de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta en Florida, cosa que no siempre se consigue en una obra de holgado presupuesto, como esta que ha rodado la división televisiva de Warner para National Geographic, célebre canal de documentales incluido en la oferta de Disney.
Todavía no se ha conseguido la versión definitiva de una novela de Tom Wolfe pero incluso a los seguidores del escritor americano, entre los que me incluyo, conseguirá satisfacer esta aproximación a su “The right stuff”. Lo cual no es poco.
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