Desde que a finales de los años veinte Josef Von Stenberg dirigiese “La ley del hampa”, la mafia italiana en Estados Unidos ha ofrecido enormes películas, muchas de las cuáles se encuentran entre las más grandes de la historia: “Ángeles con caras sucias” de Curtiz, “Los violentos años 20” de Walsh, “Scarface” de Hawks , la trilogía de “El padrino” de Coppola o los interesantes acercamientos de Brian De Palma (“Scarface. El precio del poder”, “Los intocables de Elliot Ness” o “Atrapado por su pasado”). Pero no se puede obviar el año 1990 donde en cuestión de una semana se estrenaba en España dos monumentos al cine como “Muerte entre las flores” de los hermanos Coen y “Uno de los nuestros” de Martin Scorsese. Sorprendía el clasicismo en el trabajo de los Coen. Puro Dashiel Hammet filmado, sobre todo “La llave de cristal” frente a la actualización de Scorsese que retomaba el tema de “gangsters” tratado en “Malas calles”, convirtiendo a los delincuentes en canallas sin escrúpulos, de modales más bien zafios, en oposición al modelo educado y refinado de “El padrino”, y que ha servido de modelo a la obra maestra televisiva de David Chase “Los Soprano”.  Un acercamiento, donde el personaje de Ray Liotta tomaba contacto con Robert De Niro y el siniestro Joe Pesci, en un extraordinaria cinta que serviría de primer contacto y de origen a una no pensada trilogía que continuaría en la inferior, pero también interesante”, “Casino”, envuelta en un halo de madurez donde Robert De Niro tomaba el control de Las Vegas, con la réplica del psicópata Joe Pesci. Ahora nos llega “El irlandés”, producida por Netflix, y donde el tono es pretendidamente crepuscular, ya desde la presentación, con un largo plano secuencia donde tras pasar por toda la residencia de ancianos llega a un Robert De Niro de espaldas sentado en un silla de ruedas. Él es Frank Sheeran, un antiguo veterano de la Segunda Guerra Mundial que trabajó gracias a la Mafia con algunas de las figuras más destacadas de mediados del siglo XX en Estados Unidos.

El hilo conductor es alambicado, pues por un lado tenemos a ese hombre narrando en forma de memorias su vida y la clave para contratar a un sicario (“- He oído que pintas casas”-“) pero por otro la historia avanza con un viaje iniciático de los personajes de Robert De Niro y su jefe Joe Pesci, junto a sus mujeres para asistir a la boda de un familiar de Russell Bufalino. A partir de esas dos líneas temporales de presente y pasado- presente se articula una serie de flashbacks de tono trágico con ascenso y caída, aunque más que de los personajes de un modo de vida, pues es explicativo el final donde la doctora que atiende a Sheeran no conoce a Jimmy Hoffa ni a ninguna persona de las que se habla, aunque fueran quien aupase a Kennedy a la presidencia o acabasen con el célebre sindicalista, quien tuvo su largometraje, muy inferior eso sí, dirigido a principios de los noventa por Danny De Vito  con Jack Nicholson de protagonista. En este caso, el líder de los trabajadores es un Al Pacino que vuelve a la estela de sus prestigiosos papeles anteriores. Un tiempo olvidado como sucedía en el final de “Casino” donde Las Vegas cambiaba olvidando sus orígenes. El guion de Steve Zaillan (ganador del Oscar por “La lista de Schindler” y nominado con Scorsese por la irregular “Gangs of New York”) es un prodigio, de un ritmo y capacidad de síntesis asombrosas a pesar del metraje de tres horas y media. Un “libreto” complicado de resolver pero que derrocha talento a raudales, ayudado por el perfecto montaje de su más antigua colaboradora (llevan juntos desde “Toro salvaje” en 1980)) Thelma Schoonmaker y la fotografía de Rodrigo Prieto (tercer trabajo con Scorsese tras “El lobo de Wall Street” y “Silencio”) que dejan a Scorsese desplegar todo su ingenio visual y narrativo, usando el programa que rejuvenece intérpretes como un aporte más a la historia, que es la absoluta protagonista. De hecho, no sabemos dónde hemos leído que el responsable de “Taxi Driver” utilizaba técnicas Marvel en una trama clásica. Es maravilloso ver esos planos secuencia tan parecidos con los que comienza y finaliza, como sucedía en esa otra joya del cine contemporáneo que es “Million Dollar Baby” de Clint Eastwood que empezaba y acababa con planos similares en contextos diferentes. Todo está contado y filmado con un precisión académica y avanza con un “tempo” que nos hace entender todo lo que está sucediendo, conocer a todos los personajes pero sin perder un ápice de interés ni despegar los ojos de la pantalla.

Y en el capítulo de los actores todos están soberbios, antes hablábamos de Pacino, pero nos ha alegrado volver a reencontrarnos con el mejor Robert De Niro, ya que llevaba demasiados años encasillado en papeles demasiado histriónicos y lejos de sus mejores creaciones, acompañado de un Joe Pesci que ejemplifica a la perfección el tono crepuscular, si lo comparamos a sus roles en “Goodfellas” y “Casino”. Tres sólidos pilares para un edificio bien cimentado donde Scorsese da “rienda suelta” a su genialidad, a mantener su estatus de leyenda del cine, creando una obra maestra inmediata que da la impresión que sirve de cierre a su visión de la Mafia.

EL IRLANDÉS – MARTIN SCORSESE

by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personalel curioso observador

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