¿Quién nos lo iba a decir? Ante la pandemia del Covid-19 muchos estudios han decidido retrasar el estreno o directamente no estrenar en salas de cine buena parte de sus propuestas. Ejemplos de este último caso son la innecesaria versión con actores de Mulán (que Disney ha decidido estrenar directamente en Disney+) y el film que nos ocupa, Greyhound (que ha ido directamente a su estreno en Apple TV+). La necesidad obliga y ante la imposibilidad de que el público acuda en masa a las salas de cine, las distribuidoras se han visto obligadas a buscarse nuevas vías de financiación. Al final, las plataformas digitales van a ser el salvavidas de los grandes estudios. Ver para creer.
Al lío. Greyhound es una de esas entretenidas películas bélicas con submarinos y barcos. Ya sabes: periscopio arriba, periscopio abajo, el sonar, todo a babor, inmersión, cargas de profundidad, etc. Nada nuevo bajo el sonar. Greyhound nos introduce en plena Segunda Guerra Mundial y la historia de los convoys que llevaban suministros a Gran Bretaña desde el otro lado del Atlántico a merced de los submarinos alemanes. Una vez más los yanquis se presentan como los héroes de la libertad. Es innegable que Greyhound es un pasatiempo de lo más divertido que se pasa en un suspiro y nos hace recordar que en los años 40 del siglo pasado las cosas sí que estaban realmente complicadas. El mayor atractivo de Greyhound reside en un Tom Hanks que, una vez más, borda el personaje de americano medio metido en un lío tremendo muy a su pesar. Ese héroe anónimo que nos recuerda a otros personajes suyos como en Salvar al soldado Ryan, Náufrago, Sully o Capitán Phillips. Hanks está encasillado pero cumple y es quien sustenta la película sobre sus hombros logrando que el film no se hunda en los escasos momentos de calma. A todo ello hemos de sumarle un ritmo trepidante para obtener un buen entretenimiento. Eso sí, Greyhound no deja ningún poso tras su visionado. Se ve tan rápido como se olvida. Creo que su falta de calado en el espectador se debe a que no dedica ni 5 segundos a presentar a los personajes secundarios. El guión pasa de puntillas sobre todos ellos sin ni siquiera presentarlos mínimamente. Solamente pierde un poco de tiempo en la figura del camarero para apuntarse un tanto ahora que está de moda lo de los cupos de personajes de color y sumarse al carro en contra del racismo. Es más, el el film solamente aparece una mujer muy brevemente, Elisabeth Shue interpreta a la prometida del protagonista en una innecesaria escena que aporta más bien poco.
Desde luego Aaron Schbeider se muestra mucho más hábil en las escenas de batallas navales que en la presentación de personajes. Sinceramente, creo que a Schneider le falta personalidad, esta historia en manos de Christopher Nolan podría haber sido la bomba. Por cierto, los efectos digitales cantan un poquito, quizás en una pantalla de cine no se hubiera notado tanto pero en casa…
Ya para acabar, hubo un detalle que no me gustó demasiado, los nazis tenían que aparecer como pérfidos asesinos sanguinarios y no se les ha ocurrido otra cosa que hacer que se cuelen en la emisora de los aliados en plan psicópata y aullando. La cosa funciona pero le resta bastante credibilidad.
Lo dicho, una entretenida película bélica, sin más.
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