Estamos a punto de acabar uno de esos inviernos de la costa este española donde una semana de borrasca y destrucción no empaña que hace unos días estábamos a más de 25 grados en pleno febrero. Y a punto de llegar las fallas, donde la pólvora y el fuego incrementan todavía más esa sensación de calor, llega a nuestra ciudad una gira donde, a priori, el cartel llamaba la atención por iconoclasta y variado.

La sala Rock City valenciana, que sigue sonando como los ángeles, presentaba una entrada bastante mediocre, pues no llegaba al centenar de asistentes, y el ambiente, algo frío, nos dejaba la duda de lo que íbamos a ver, pero la entrega de los presentes y la fiereza de los iniciáticos británicos nos tapó la boca.

El trío inglés WOLF JAW fue el encargado de abrir la velada y, con apenas un par de minutos, ya nos dejó noqueados y atrajo nuestra atención por completo. Reconozco que no los conocía de nada, apenas un par de vídeos de su último trabajo que venían a presentar, pero la fiereza y contundencia con que se lanzaron a ejecutar su propuesta me ganaron por la mano.

El tema que da la salida a su último disco “The heart won’t listen” lanzó su show. “Hear me” dejaba claro que Dale Tonks es un bajista imponente, con un presencia grandiosa en el sonido del grupo, más allá de marcar el ritmo, pero es que Karl Selickis demostró ser una auténtica fiera tras los parches, conjuntando una pegada y un estilo tan agresivo como vistoso y participativo, dejando a Tom Leighton la libertad para cantar ejecutar esos riffs tan intrincados en el stoner rock de raíces setenteras. Temas como “Thunder child” o “City lights” sonaron en su continuo in crescendo sonoro, dejando “Beast” como el auténtico ciclón que su entrega puede representar un posible regreso como cabezas de cartel.

Tras el huracán de los británicos, llegó banda de la francesa Laura Cox, muy conocida por sus vídeos por Internet, pero que ya lleva un par de discos a sus espaldas. El shock inicial fue muy marcado, pues tras la brutal descarga, llegaba una propuesta mucho más contenida y estudiada, quizás excesivamente controlada y poco desbocada.

Comenzó tirando de algún tema de su anterior álbum como “The australian way” o “If you wana get loud”, donde quedaba claro que Mathieu Albiac a la guitarra era un compañero de esfuerzos de lo más adecuado, sabiendo dejar el protagonismo a la estrella y cogiendo las riendas cuando hacía falta. Laura presentó a su nueva bajista para esta gira al cambiar su guitarra por un modelo Dobro y afrontar “Looking upside down” con el apoyo vocal de la novata.

El setlist venía marcado por la presentación del nuevo álbum, con cortes como “Last breakdown”, “Fire, fire” o “Bad luck blues” entre los elegidos, aunque puede que los puntos más altos del show llegaron al final con el rescate del que quizás sea su tema más conocido, “Hard blues shot” y cerrando con la versión del clásico de Pat Benatar “Heartbreaker”. Puede que sus limitaciones vocales oscurezcan su talento con las 6 cuerdas y su excesiva pulcritud la deje fuera para el sector más hard roquero y punk dentro del género, pero con giras y más giras terminará por conectar con el amplio espectro roquero.

Poco después llegaba el joven norteamericano que encabezaba el cartel. Y nada más salir veíamos la diferencia de la que hablábamos. Jared salió con chulería, salvajismo y su eterna sonrisa pegada al rostro. La fiereza con la que afrontó el concierto dejaba fuera cualquier duda. Su dominio de la guitarra, del espacio escénico, del espectáculo…, quedaron claros nada más atacar “Last chance” para comenzar la descarga, recordando al tantas veces comparado Ted Nugent, pero también al Zakk Wylde más vikingo.

Acompañado por Baron Fox al bajo, muy contenido y a distancia, y por Dennis Holm a la batería, más fiero y participativo, asumió el protagonismo absoluto, demostrando que la guitarra no tiene ningún secreto para él, desgranando sin púa, tocando con los dedos, todas las posibilidades que le daba su instrumento. “End of time”, “Honey, forgive me” o “Can you feel it?”, haciendo participar al público asistente, sonaron sobre las tablas de la sala Rock City. Su simpatía e implicación con la audiencia le hizo ganar muchos enteros, pero su demostración técnica fue tan espectacular que dejaba en segundo plano muchos otros puntos de la actuación.

Con el público ganado y el show desbocado, invitó a Laura Cox para cerrarlo con la versión del “Foxy Lady” de Jimi Hendrix, donde pudimos comprobar claramente lo que habíamos visto por separado. Laura, técnicamente impoluta y contenida, era devorada por la entrega, pasión y despliegue de Jared James, en una versión en que te dabas cuenta que él mismo se frenaba.

Un final tan desbordante que, tras despedirse y citarnos en el puesto de merchandising, fue obligado a volver a salir para afrontar una nueva versión no prevista, el “Mississippi queen” de los míticos Mountain, donde dejó claro que las reminiscencias al Leslie West más salvaje no van desencaminadas.

Una gran noche de rock and roll que sirvió para conocer in situ a dos de los guitarristas más conocidos dentro del género, y a descubrir una banda que nos dejó encantados y con la marca puesta sobre su nombre y trayectoria futura.

by: Eduardo Garrido

by: Eduardo Garrido

Roquero, cinéfilo, lector empedernido que estudió Derecho para trabajar en una biblioteca y disponer de pelis, discos y libros a mano

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