Thom Yorke sigue siendo un tipo muy extraño y ultra sensible. Para muestra, este Anima, un oscuro disco ideal para hundirte en tus miserias. El sinuoso camino por la electrónica iniciado por Radiohead en Kid A (2000) supuso todo un mazazo para su legión de fans e inició un sendero que fue ampliado por Thom Yorke en solitario (con su fiel escudero Nigel Godrich) en ‘The Eraser’(2006), ‘Tomorrow’s Modern Boxes’ (2014), el proyecto Atoms for Peace y en la banda sonora para el remake de ‘Suspiria‘(2017).
Publicado en Junio de 2019 tras una peculiar campaña de anuncios en el metro de Londres, Anima es otra vuelta de tuerca más en la Thom Yorke plasmó la angustiosa distopía en la que parece vivir. La electrónica de Yorke nos introduce en una claustrofóbica pesadilla urbana. Los aparatos electrónicos nos hacen la vida más fácil pero también más solitaria y anónima. La cosa no mejora cuando aparecen los ritmos electrónicos y la soledad deja paso a la angustia. No estamos ante un disco fácil, ni siquiera para los amantes de los Radiohead más herméticos. Yorke muestra su ansiedad y su frustración en cada surco de este LP. Un trabajo agónico que ahoga al oyente en su mar de bella miseria. Los ambientes opresivos dominan los 9 cortes, sirvan de ejemplo ‘Traffic’ ,‘The Axe’, ‘Not the News’, ‘Last I Heard’ (…He Was Circling the Drain), o ’I Am A Very Rude Person’.
Los minutos pasan y la sensación de agobio no decae. Quizás sea intencionado, pero Yorke no lleva al oyente no iniciado a casi ninguna melodía a la que agarrase. No hay asidero en esta pesadilla. ‘Impossible Knots’ es interesante con ese aire de Jazz mutante y al final del LP aparece brevemente la luz en ‘Runwayway’ pero ya es muy tarde para quien no sea un fan irredento de Yorke. Cuando acaba la escucha el oyente posiblemente sentirá alivio y las ganas de no volver a escucharlo jamás. Por el contrario, los fans del insano universo de Thom Yorke creo que desearán sumergirse nuevamente en este asfixiante trabajo. ¿Tiene sentido un disco así? Yo creo que sí, cada artista debe ser libre de plasmar lo que quiera: amor, frustración, pena, odio, asco, agobio, etc. Otra cosa es cómo lo reciba el oyente. Por suerte, Yorke lleva 20 años sin preocuparse por las ventas de sus discos en solitario o con Radiohead.
Thom Yorke contó con Paul Thomas Anderson y Netflix para elaborar un corto de 15 minutos que sirvió de carta de presentación de este peculiar trabajo. Su visionado no es obligatorio para entender el contenido del álbum (tarea imposible si no eres Thom Yorke) pero sí da alguna pista. O puede que simplemente sea el laberíntico complemento visual de un disco indescifrable.
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