Como su título indica, 1917 nos sumerge de lleno en plena Primera Guerra Mundial. Sam Mendes, tras 20 años de carrera, se perfila como un director todo terreno que sabe combinar calidad y comercialidad. Esta vez no se le ha ocurrido otra cosa que armar una película de trincheras y batallas a base de largos planos secuencia. La idea original de Mendes era que su film transcurriera en tiempo real y se filmara en un único plano secuencia, algo que finalmente no se llevó a cabo. Puede que la ocurrencia de los planos secuencia sea, a priori, un innecesario alarde técnico pero nada más iniciarse 1917 descubrimos que los planos secuencia funcionan a la perfección. Al menos, en las manos correctas. Sam Mendes no es Hitchcock, les separan décadas de avances tecnológicos, pero es un alumno aventajado y no le faltan talento ni soberbia. La cámara de Mendes sigue a los dos protagonistas de maneras casi imposibles y se coloca siempre en lugar preciso dejando intuir una planificación milimétrica de cada movimiento de cámara. Nada es casual. Así, asistimos al terror de los protagonistas ante una escalera que conduce directamente a la tierra de nadie y, casi con toda probabilidad, a una muerte segura. Sentimos su repugnancia ante los cadáveres descompuestos o las ratas del campo de batalla. Sentimos su sorpresa ante elementos que descubrimos a la par que los protagonistas de la misma manera que sentimos la urgencia por llegar a su destino.
1917 es toda experiencia inmersiva y un carrusel de emociones y aventuras bélicas de primer nivel. Estamos ante un film que quizás sea demasiado académico y no haya inventado nada más allá de los alardes técnicos, pero es evidente que logra su objetivo. Un objetivo que no era otro que emocionar al espectador y, de paso, rendir homenaje a las personas que combatieron en la Primera Guerra Mundial. De hecho, Mendes dedica el film a su abuelo, quien le contaba historias de la contienda.
Sam Mendes imprime a su film un ritmo endiablado que no decae (solo un poco para volver a subir enseguida) hasta bien avanzado el metraje. Su historia y sus personajes agarran del espectador por la solapa y no le sueltan hasta el final.
Más allá del prodigio técnico tras las cámaras, 1917 es un perfecto film bélico. Tiene todos los elementos necesarios para ello y además cuenta con algunos añadidos que la hacen muy recomendable. El primer elemento que creo debe destacarse es la pareja protagonista formada por George MacKay (visto en Captain Fantastic) y Dean-Charles Chapman. Estos dos actores llevan el peso del film sobre sus hombros aunque estén acompañados pro excelentes secundarios de lujo como Colin Firth, Mark Strong o Benedict Cumberbatch.
Otro elemento a destacar es el asombroso trabajo del veterano director de fotografía británico Roger Deakins, su fotografía en este film es prodigiosa. Sus planos secuencia son asombrosos y técnicamente imposibles hace apenas unos años. Para más inri, toda la escena de noche con las bengalas y el fuego iluminando la ciudad en llamas es simplemente magnífica. Por cierto, la iluminación de esa escena me recordó al final de Skyfall (también de Sam Mendes y fotografiada por Roger Deakins) pero mejorada. El Oscar a la mejor fotografía de este año ya tiene dueño aunque Deakins lo ganara hace 2 años por Blade Runner 2049.
Tampoco puedo olvidarme de la música de Thomas Newman, compositor habitual de Mendes. Su partitura es emotiva cuando debe serlo y aterradora cuando hace falta. Gran trabajo que probablemente le suponga un Oscar de la Academia.
Y ahora me toca hablar de lo más flojo de 1917: su guión. Mendes se ha pasado bastante más tiempo planificando los planos secuencia que escribiendo el guión. Por otro lado, me resultó muy curioso como unas piedras tan grandes provocan un daño tan pequeño al caer sobre un personaje (ni un hueso roto, oiga) o cómo la herida en la nuca se cura casi instantáneamente al colocarse una venda. Por no hablar de lo mal que disparan los soldados alemanes (algo de lo más habitual en el cine bélico) o lo poco fría que está el agua de los ríos del norte de Francia. Son fallos evidentes de guión que le restan veracidad al conjunto. Algo que pasaríamos por alto en un film de Marvel pero creo que no procede en un film serio.
Lo dicho, a pesar de los fallos de guión, 1917 funciona y es una buena película bélica con un mensaje antibélico.
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