Con este Episodio IX  de Star Wars: El ascenso de Skywalker culmina la idea original (o eso dijo después) de George Lucas de una saga galáctica de 9 películas divididas en 3 trilogías. El recorrido por estos tres últimos episodios ha sido bastante desigual: me gustó mucho el Epidosio VII pero el Episodio VIII me decepcionó bastante. De hecho, en este Episodio IX no aparecen o han sido reducidos a su mínima expresión muchos elementos disonantes introducidos en el Episodio VIII. Se nota el cambio de rumbo y que una vez más JJ Abrams está tras los mandos. JJ Abrams es sin duda uno de los tipos más talentosos dentro del cine comercial actual y no se puede negar que ha hecho un buen trabajo con Star Wars. No era tarea fácil dar carpetazo a Star Wars y Abrams ha hecho un trabajo muy respetuoso con los fans que, como yo, vimos la primera trilogía de niños. Pero ni los personajes ni el cierre de esta trilogía ha superado a lo ya conocido.

Abrams entrega un film de Star Wars que cumple con los cánones de la franquicia: efectos especiales, aventuras, espadas láser, jedis, criaturas imposibles, planetas exóticos, etc. No ha innovado, mejor así, más bien se ha limitado a copiar descaradamente la trilogía original. Cierto que el Episodio VII parecía un remake del Episodio IV (lo que aquí se llamó de toda la vida La guerra de las galaxias de 1977) y el Episodio VIII era un remake fallido del El imperio contraataca (Episodio V de 1980 y la mejor de toda la saga). Lamentablemente, mi temor a que este Episodio IX fuera un remake de El retorno del Jedi (Episodio VI, 1983) se ha visto confirmado (incluso salen un poquito los Ewoks sin venir a cuento). Por cierto, de los Episodios I, II y III parece que nadie quiere acordarse, por algo será.

Abrams ha escrito un guión que respeta lo visto hasta ahora en el universo Star Wars pero en el que chirría algún elemento. Todo queda atado y bien atado en un clímax no muy logrado que no llega a la intensidad de otros de la saga como el Episodio III o VI. La inclusión de no pocos guiños a la trilogía original (ninguno a los Episodios I, II y III) le dan la cohesión necesaria a la historia. Puede que este episodio IX no se limite a copiar descaradamente (como sus dos predecesores) pero fracasa a la hora de crear nuevos iconos. Toda esta trilogía final ha fracasado a la hora de crear villanos o secundarios con carisma, excepto Rey. Ni Poe Dameron es Han Solo, ni Kylo Ren es Darth Vader, ni Finn es Chewaka, ni BB8 es R2D2. Ni mucho menos. Estos personajes han dado muy poco juego debido a unos endebles guiones a la hora de trazar las relaciones entre los personajes. Y eso que en este film se intenta profundizar en la pareja formada por Poe y Finn. Si exceptuamos el binomio Rey-Kylo Ren, las demás relaciones entre personajes resultan bastante forzadas. Esta nueva generación no está a la altura ni pasará a la historia al mismo nivel que la original. Una vez más lo más destacado es Rey, el único personaje realmente interesante de esta trilogía y el verdadero motor de la historia. Reconozco que si no fuera por el empuje de la Rey de Daisy Ridley este film perdería varios enteros, Ridley lleva una vez más el peso del film sobre sus hombros y sale victoriosa una vez más. Casi me atrevo a decir que Rey me ha gustado más que Luke Skywalker, sus dudas y sus miedos me ha resultado mucho más atractivos.

Incluso el soso de Kylo Ren (Adam Driver) ha ganado enteros en El ascenso de Skywalker, ya no es el niño malcriado inmerso en un mar de dudas, aquí evoluciona de forma bastante acertada. Incluso se solventa el gran fallo de esta trilogía: el villano. Faltaba un villano de altura, de una pieza, un verdadero señor del mal sin fisura ni dudas propias de un adolescente. Aquello de Snoke quedó claro que no era un villano decente para Star Wars sino un señuelo de saldo. La pena es que para tener un villano de altura han tenido que recurrir a uno ya conocido y presentarlo con luces estroboscópicas para que resulte aterrador. Y hasta ahí puedo leer aunque la propia Disney se ha encargado de desvelar su identidad en pósters y trailers.

Lo dicho, el carisma de los secundarios es el gran fallo de esta trilogía final. Un paradigma de falta de carisma podría ser Domhnall Gleeson, su general Hux evoluciona de una forma demasiado predecible. Cuando el espectador de este tipo de cine se adelanta a los acontecimientos es que algo falla en la historia. Cuando un personaje en pantalla grita «Lo sabía» y el espectador piensa «Yo también y desde hace rato» es que el guión hace aguas. Incluso han echado mano de Lando Carlrissian (Billy Dee Williams) en busca de carisma, pero se queda casi en un cameo y encima da pie a un futuro spin off con un innecesario personaje femenino que se sacan de la manga sin venir a cuento. Por si no os ha quedado claro, considero una vergüenza la forma tan descarada de expandir forzadamente el universo Star Wars en manos de la todopoderosa Disney. 

 Por cierto, ¿qué pintan en toda esta historia los caballeros de Ren?  Pues nada. Parecen sacados de un mal film de terror de serie B y su único motivo de inclusión en el guión es para vender muñequitos y camisetas con su imagen e incluirlos en algún videojuego. Patético. Otro personaje lamentable es ese robot con pinta de micrófono con ruedas que ni resulta gracioso ni aporta nada a la trama. Otro droide estúpido destinado a vender muñecos, al menos no es tan odioso como aquel personaje de las orejas del Episodio I.

Otro fallo imperdonable de esta trilogía es que se nota demasiado la mano de Disney. Todo resulta muy infantil (casi naif) con esos personajes digitales metidos con calzador para que resulten divertidos para los niños. Antes los sables de luz cortaban manos y cabezas pero ahora nada de eso se ha visto. ¿Dónde están la tragedia de El imperio contraataca? ¿O la épica de El retorno del Jedi o La venganza de los Siths? Nada de ello se ha visto tampoco en este episodio final.

  Vale que estamos en un film de Star Wars y que pedirle algo de lógica sería una insensatez en sí mismo, pero lo del X-wing de Luke que funciona después de 30 años hundido en el mar… me resultó chocante. Lo mismo puedo decir de un Luke que se mosquea con Rey por lanzar su sable de luz mientras él hizo lo propio en el film anterior. Vamos, que la coherencia no es el fuerte de esta saga. Lo de cabalgar sobre un destructor es otro detalle que me dejó perplejo. Madre mía. Perplejo me dejó también la zafiedad con la que sacan de la manga la propiedad de los Jedi para sanar. Otro detalle nuevo que desconocíamos de la fuerza y parece improvisado sobre la marcha. Pero claro, es necesario para la redención de cierto personaje. Por cierto, lo de los Jedi que mueren por fatiga resulta un recurso muy trillado. 

Algo que me daba mucho miedo era el tratamiento del personaje de Leia ya que Carrie Fisher murió en 2016, reconozco que lo han solventado de forma bastante acertada usando escenas no utilizadas y modificándolas digitalmente. Fisher resulta acartonada e inexpresiva pero si no te fijas mucho no se nota. Canta bastante más esa moda de rejuvenecer / reconstruir digitalmente a personajes. La escena de Luke y Leia de jóvenes me pareció totalmente innecesaria y, para más inri, queda fatal en pantalla. Pobre Carrie Fisher, ya la reconstruyeron digitalmente en Rogue One y ahora han vuelto a profanar su icónica imagen. Pero es que, además, resulta que Leia también estaba entrenada en la fuerza y hasta tenía su propia espada de Jedi. Toma ya. Eso se les ocurrió una noche de juerga dos días antes de finalizar el rodaje. Un giro argumental poco creíble por lo improvisado que parece, tanto que han tenido que hacer la escena digitalmente. Aunque, pensándolo bien, ya dieron alguna pista en esa lamentable escena de Leia viajando inconsciente por el espacio.

 Por cierto, parece que lo del movimiento Me too está llegando a la galaxia de Star Wars: las mujeres ganan protagonismo, hasta hay tropas de asalto femeninas e incluso se ven dos mujeres besándose. Nunca es tarde si la dicha es buena ni aunque resulte forzada por la presión social. Una pregunta para Disney: ¿Para cuándo una princesa Disney LGTB?

Vayamos a la música, me resultó preocupante la falta de ideas de John Williams para la partitura de este film. Es más, creo que apenas hay música original en El ascenso de Skywalker. Williams se ha limitado a recuperar los icónicos leit motivs asignados a cada personaje o situación. Parece lógico que recupere la mítica marcha imperial, el tema de la fuerza, el lado oscuro o suene insistentemente tema de Rey , sin embargo, para este Episodio IX John Williams no ha compuesto ningún tema destacable y se ha dedicado a reciclar. Creo que el broche final de Star Wars bien hubiera merecido un tema original como Duel of the fates o Battle of the heroes o incluso un tema romántico como Across the stars, pero no ha sido así. Ni The rise of Skywalker ni Destiny of a Jedi están a a la altura de los esperado. Parece que Williams ha estado esta vez en piloto automático. Que no se me olvide, Williams tiene un breve cameo en el film al más puro estilo Stan Lee.

 A pesar de los descarados intentos de enlazar con futuros spin off, las bochornosas reconstrucciones digitales y la falta de carisma de los secundarios, este episodio hará las delicias de los fans y supone un cierre (por ahora) divertido pero que no está a la altura de lo esperado. En manos de Disney, pedirle más sería un error.

Star Wars: El ascenso de Skywalker

by: Luis Cifer

by: Luis Cifer

Luis Cifer, nació en la ciudad del cierzo. Se dice que siempre viste negro, que Luis no es su nombre real y que duerme en la calle. Otros dicen que tiene un trabajo, que no bebe alcohol e incluso que es padre de familia, pero no hay nada confirmado. También se le puede encontrar en su blog de cine.

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