Como era de esperar, la venta de Lucasfilms a Disney fue lo mejor que George Lucas podía haber hecho. No solamente le reportó una buena cantidad de dinero que le aseguró un retiro dorado, sino que lo apartó del control de la saga que él mismo creó. El despertar de la fuerza mejora lo mostrado por George Lucas en la trilogía inmediatamente anterior (esos decepcionantes episodios I, II y III). J.J. Abrams ha sido respetuoso con la trilogía original (demasiado diría yo) y no ha destrozado el legado que ha heredado. Es más, ha sido lo suficientemente hábil como para agradar a los que crecimos con la trilogía original (a base de guiños) y ha conseguido atraer a nuevas generaciones de fans.
Este séptimo episodio es una más que digna continuación de la saga galáctica más famosa de la historia. Por una vez, la secuela está a la altura. Algo que Lucas no fue capaz de hacer. En sus precuelas, Lucas se embarcó en la azarosa tarea de contarnos la caída de la república y la conversión de Anakin Skywalker en Darth Vader. Misión muy loable pero que se vio lastrada por su empeño en empatar al espectador con los efectos digitales y por unos guiones bastante mejorables. Quizás Abrams haya sido menos ambicioso y tal cosa no podemos catalogarla como un error, más bien todo lo contrario.
Lo mejor que se puede decir que este Despertar de la fuerza es que es un film muy entretenido. Nada de aburridas disertaciones sobre la república o intrigas políticas. Los amantes de la saga la disfrutarán desde el principio. Abrams ha sido respetuoso con la trilogía original (quizás demasiado) y llena su cinta de múltiples guiños y referencias. Por primera vez uno tiene la sensación de volver al universo Star Wars y no a una imitación digitalizada. Abrams enlaza directamente con la trilogía original y se olvida de personajes y acontecimientos mostrados en los episodios I, II y III. Mejor así.
Yo pasé un rato estupendo desde que mis hijos se pusieron de pie en la sala de cine cuando sonó la eterna partitura de John Williams. El film se toma su tiempo para presentar a los nuevos personajes pero luego es un torbellino de aventuras muy superior a las tres películas anteriores. Abrams es fiel a su estilo pero se adapta a las constantes de Star Wars. Su estilo visual es algo vertiginoso a veces pero las escenas se pueden seguir y sus peleas no marean nunca. Abrams actualiza la franquicia sin traicionar la saga original y sin dejarse seducir por el lado oscuro de los efectos especiales (algo en lo que sí cayó George Lucas). Nada de mundos y personajes totalmente digitalizados que no resultaban creíbles. Buena parte del film transcurre en desiertos y bosques que resultan verosímiles. Es cierto que repite esquemas de sobra conocidos y no innova, pero su film funciona.
Abrams homenajea a la trilogía original y plaga su film de multitud de guiños, pero no innova y peca de poco original. El Despertar de la fuerza tiene demasiadas similitudes argumenta les con La guerra de las galaxias, el film original de 1977. Incluso parece un remake encubierto demasiadas veces. Parece como si Disney no hubiera arriesgado y hubiera apostado por lo seguro. ¿Acaso no es Rey una versión femenina de Luke Skywalker?. Tampoco Maz Kanata, el personaje digital basado en Lupita Nyong’o, me pareció my original, es como Yoda pero en naranja y sin orejas. ¿Y qué decir de BB-8? Que recuerda demasiado a R2-D2, es igual de cascarrabias y entrañable, incluso es la clave del film como R2 lo fue en la primera al portar el McGuffin cuya búsqueda pondrá en contacto a los protagonistas. Sirva como ejemplo definitivo de la poca inventiva del guión las enormes similitudes entre la nueva arma definitiva de los villanos con las míticas estrellas de la muerte. No solamente son muy parecidas en forma sino que tienen casi el mismo punto débil. La de ahora es más grande y ahí se acaba toda innovación. Lo flipo, ¿es que nadie se dio cuenta?. La verdad, me sentí bastante defraudado en este punto. Todo ya muy visto, sí, pero funciona nuevamente casi 40 años después.
Pero no olvidemos una cosa importante de Star wars: no deja de ser un drama familiar con reminiscencias de tragedia griega. Bajo toda esa parafernalia de ciencia ficción y pseudo religión barata de los Jedi, subyace una historia de padres contra hijos y hermanos separados. El hijo debe matar a su padre para arreglar las cosas, creándose así un complejo de Edipo interstelar. Todo esto se nos mostró en la mejor película de la saga: El imperio contraataca. Que es la mejor simplemente debido a que con ella descubrimos que Star Wars no era solamente naves espaciales y espadas láser. Star wars versa sobre secretos del pasado y problemas heredados de padres a hijos. De todo ello tenemos de sobra en esta nueva entrega. Bravo por Abrams por tenerlo tan claro y por conseguir engancharnos una vez más a este galáctico drama familiar.
Abrams es consciente de lo que se traía entre manos y sabe introducir a los personajes de sobra conocidos por todos. Me gustaron mucho las apariciones de Han Solo, Chewbacca o la princesa Leia. No pude evitar sentirme que, como dice Han Solo, estaba otra vez en casa. Ese Halcón Milenario que vuelva a surcar los cielos es todo un bálsamo para cualquiera que creciera viendo las películas originales. El film gana enteros cuando Harrison Ford aparece en pantalla. Su Han Solo es lo mejor del film. Su relación con Chewbacca está muy bien definida y las escenas con Carrie Fisher están a la altura de lo esperado. De acuerdo que el tiempo pasa para todos y quizás alguno de los personajes clásicos deberían tener más minutos en pantalla. Disney no parece dispuesta a mostrar todas sus cartas todavía y deja varios cabos sueltos que espero que desarrolle de forma satisfactoria en las siguientes entregas.
De los personajes nuevos me quedo con Rey, me parece un personaje fantástico, por fin una auténtica heroína en Star Wars. La elección de la joven Daisy Ridley me parece todo un acierto, esta joven actriz me entusiasmó y me parece que las escenas con Harrison Ford son todo un relevo generacional. La introducción de Finn (John Boyega) me parece muy original así como muy acertada la mención a la alienación que toda dictadura impone a los ciudadanos. Finn ni siquiera tiene un nombre, qué mayor alienación que no tener un nombre. Al principio me parecía algo cargante con sus dudas y sus miedos pero es un personaje que gana enteros conforme avanza el film. El personaje de Poe Dameron (Oscar Isaac) me parece que está poco desarrollado en esta película. Veremos si da más juego en las siguientes entregas.
Vayamos a otro punto clave que se salda de forma decepcionante. Era imposible crear un villano a la altura de Darh Vader, no lo estuvieron Dath Maul ni el varón Dooku (por mucho Christopher Lee que lo interpretara), ni el digital coronel Grievous. Aquí Abrams nos muestra un villano, Kylo Ren, que está lleno de dudas y rabia. Todavía es muy joven y no es un villano de una pieza. Todo se andará. Más parece un friki imitador de Darth Vader que un villano de pura raza. La verdad es que no me gusta nada la máscara del personaje ni el actor Adam Driver, me parece que no da la talla. Puede ser otro error de casting como lo fue Hayden Christensen como Anakin Skywalker. No olvidemos que tanto Kylo Ren como Darth Vader son esbirros del verdadero malvado de la función. Aquí es el Supremo Líder Snoke, personaje digital basado en los movimientos del siempre eficiente Andy Serkis (quien ya prestó sus gestos a Gollum o King kong). La verdad es que Snoke me convenció bastante poco, el emperador Palpatine me pareció en su día mucho más aterrador. Sin embargo el mayor fallo de reparto me parece el del joven Domhnall Gleeson (Ex Machina, Una cuestión de tiempo), está fatal como general Hux, no hay quien se lo crea. Su speech ante las tropas me pareció lo peor del film con diferencia.
Resumiendo, Star wars es puro cine de evasión y entretenimiento. Como tal hemos de entenderlo y no debemos exigirle nada más. Cierto que podrían haber innovado bastante más y Disney ha sido una vez más muy conservadora y ha ido a lo seguro. Con hacernos pasar un buen rato volviendo a sentirnos como cuando éramos críos nos deberíamos sentir más que satisfechos. A pesar de su falta de originalidad, yo la disfruté mucho y mis hijos todavía más.
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