Aparece el logo de Lucasfilms, fundido en negro y suena la atronadora fanfarria compuesta por John Williams. No hay duda, estamos a punto de ver el octavo episodio de Star Wars, la mítica saga creada hace 40 años por George Lucas. Lucas vendió la empresa a Disney y debo admitir que me parece un acierto que la mano de este señor ya no asome por estos nuevos episodios. Visto el desastre que él solito organizó con los episodios I, II y III, prefiero que estos nuevos episodios estén en manos ajenas. Al menos, no se están centrando únicamente en los efectos especiales. Al lío, este Episodio VIII no me ha parecido superior al episodio anterior, eso sí, es más oscuro y se centra en conceptos como el sacrificio que creo que nunca están de más. Si El despertar de la fuerza era una especie de remake encubierto de Una nueva esperanza, este Los últimos Jedi intenta ser El imperio contraataca de esta nueva trilogía. Tanto por la trama y el tono, las similitudes entre los episodios V y VIII son evidentes. Ambos son más oscuros y pesimistas. Su estructura de guión es casi calcada. En ambos hay una evacuación, los personajes principales se separan, unos intentan escapar del imperio que les pisa los talones mientras un aprendiz va en busca de un maestro que le entrene. Oímos hablar del equilibrio en la fuerza, de conflicto, dudas, etc Obviamente, hay una batalla espacial y un enfrentamiento con sables láser. A falta de solamente un episodio, parece que esta nueva trilogía va a ser una especie de actualización de la original.
Hay que reconocer que el film se ve con agrado y tiene momentos brillantes aunque sea a golpe de nostalgia. Estamos ante una película realizada por personas que crecieron viendo Star Wars y se nota el respeto que profesan por dicha saga galáctica. Quizás demasiado. Hay un buen número de guiños que no voy a desvelar y que son bien recibidos por el público, lo cual evidencia cierta nostalgia. Resulta evidente a estas alturas que esta nueva trilogía ha fracasado a la hora de crear una nueva mitología. Los momentos más recordados están siendo aquellos que tienen que ver con los personajes de la original. Además los nuevos personajes no resultan ni de lejos tan carismáticos como los originales. Sirva como ejemplo ese BB8 que no deja de ser un pastiche de R2-D2. Tampoco Kylo Ren es comparable a Darth Vader, sobre todo cuando no sabíamos los orígenes de Vader, algo que George Lucas se encargó de contarnos y acabar así con buena parte del atractivo del personaje. Por cierto, Luke Skywalker no dice nada de los malditos midiclorianos, bien.
El elegido por Disney para escribir y dirigir este episodio ha sido Rian Johnson (Looper, Brick) quien ha realizado un buen trabajo tras las cámaras aunque su guión no ha acabado de convencerme. Tras el buen número de dudas que nos sembró El despertar de la fuerza, llegaba el momento de irlas resolviendo. ¿Quién demonios es Snoke?, ¿Cómo La primera orden tomó el control?, ¿Quienes eran los padres de Rey?, ¿Porqué la abandonaron?, ¿Fue engendrada sin participación de un varón como Anakin?, ¿Porqué la fuerza es tan intensa en ella? ¿Son Rey y Kylo Ren familia?. ¿Qué pinta la capitán Phasma en toda esta historia? Todas esta cuestiones han centrado cientos de debates por las redes. Hay gente con mucho tiempo libre. Sin hacer ningún spoiler, puedo deciros que algunas de estas dudas se despejan pero otras siguen estando presentes. Me gustó el arranque del film y el sorprendente desarrollo del primer encuentro entre Rey y Luke. Johnson nos recuerda lo que es la fuerza y toda la religión de los Jedi, que no es otra cosa que un budismo simplificado para niños. Me gustó el hecho de que el film ahonda en los claroscuros del comportamiento de los personajes. Los planes no siempre salen bien, sobrevienen las dudas y las consecuencias pueden ser inesperadas. Dentro de la misma resistencia habrá maneras distintas de afrontar situaciones desesperadas y las fricciones serán inevitables. Más que en los conflictos entre padres e hijos, esta película pone el foco en las diferencias entre generaciones y su forma de afrontar los problemas. También debo destacar que ya era hora que las mujeres y las minorías étnicas tomaran el protagonismo en esta saga. Ahí están un negro y una asiática intentando salvar a la resistencia ayudados por un latino mientras la jefatura de la resistencia recae en dos mujeres maduras. Bravo. Chúpate ésa, George Lucas.
A pesar de esta bienvenida madurez en algunos temas, el guión de Johnson dista de ser perfecto. Me llamó mucho la atención que las naves necesiten combustible para seguir viajando en el espacio. Yo pensaba que en el espacio no era necesario ya que, al no haber rozamiento, los cuerpos siguen desplazándose indefinidamente con la misma velocidad y rumbo. Tampoco el sonido se propaga en el vacío, por lo que las explosiones no deberían oírse, pero entonces las películas de ciencia ficción molarían mucho menos. Lo de la descompresión lo dejo para no chafaros el momento más ridículo de este episodio VIII y probablemente de toda la saga. Pedirle rigor científico a esta saga es como pedirle peras al olmo y no es recomendable, sobre todo si hablamos de viajar a la velocidad de la luz, pero al menos que no nos traten de idiotas. El guión resulta en ocasiones un tanto forzado para generar situaciones familiares. Sirva como ejemplo el pasaje de la ciudad/casino y lo referente al personaje de Benicio del Toro. Me pareció muy cogido por los pelos. ¿Ahora se ponen sensibles con lo de los traficantes de armas? Lo mismo puedo decir de ese epílogo metido con calzador que me recordó a lo peor del Episodio I.
De los actores puedo decir que cumplen bastante bien, me ha gustado el tratamiento del personaje de Luke Skywalker, lo de hacernos esperar tanto para oírle hablar me pareció una faena. Mark Hamill está correcto en el papel que marcó para siempre su carrera. También Carrie Fisher cumple sobradamente en su última película de la saga, recordemos que falleció hace casi un año tras haber terminado el rodaje de sus escenas para este episodio. Quien me ha sorprendido gratamente ha sido Adam Driver, como su personaje, ha crecido no solo físicamente. Kylo Ren ya no se oculta tras una máscara y eso no es un detalle menor. Otro que también ha mejorado es Domhall Gleeson, me resultó más creíble y maduro, tampoco era muy difícil, será debido a las patillas que le han puesto. La que me tiene ganado es Daisy Ridley, me sigue pareciendo con diferencia lo mejor de esta trilogía.
Obviamente, los efectos digitales están muy conseguidos. Los escenarios digitales y las batallas especiales me parecieron de lo mejor de la franquicia. Quizás lo único que me chirrió un poquito fue la creación digital de Snoke sobre los movimientos de Andy Serkis. Eso sí, a pesar de todos los peros que le podamos sacar, el film funciona y consigue hacernos pasar un buen rato. A pesar de algún leve parón de ritmo, sus 150 minutos no aburren en ningún momento, los fans pueden estar tranquilos. Yo me sentí como un crío una vez más, soy consciente que mis 8 años no volverán aunque por momentos volví a vibrar y a emocionarme con esta película a pesar de todos sus defectos. Eso sí, una sensación de deja vu me asaltó desde el principio y ya no me soltó durante toda la proyección. Lo mismo puedo decir de la música del maestro John Williams, se limita a recrear los pasajes de sobra conocidos y no aporta ningún leitmotiv o pasaje interesante.
Este episodio VIII me ha generado sentimientos enfrentados: se hace ameno pero destroza buena parte del legado mientras es incapaz de expandir la leyenda.
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