Siempre es un placer visitar el Museo Thyssen en Madrid, pues a su excelente colección permanente hay que sumar unas, por lo general, magníficas exhibiciones temporales, como fue el caso este mismo 2019 cuando comentamos la retrospectiva a Balthus. Desde el 15 de octubre y hasta el 26 de enero de 2020 podemos disfrutar otra muestra de las impactantes y que lleva por título “Los impresionistas y la fotografía”, que pretende encontrar el nexo de unión entre los fotógrafos franceses del siglo XIX y los pintores adscritos a ese grupo, en un mundo transformado en su visión por las cámaras y los negativos.
La exposición está dividida en nueve secciones, donde se intenta mostrar un diálogo entre los diferentes artistas y como sus visiones fueron referentes para unos y otros. Esos nueve capítulos comisariados por Paloma Alarcó llevan por título: “El bosque”, “Figuras en el paisaje”, “El agua”, “En el campo”, “Los monumentos”, “La ciudad”, “El retrato”, “El cuerpo” y “El archivo”, por lo que transcurre de lo más bucólico, el aire libre y el campo a las creaciones humanas y la ciudad para acabar en el ser humano. Un paseo por el que podremos comprobar un mundo que cambiaba a pasos agigantados en un movimiento que siempre es de los más valorados entre el público. En “Los impresionistas y la fotografía” era numeroso, por lo que recomendamos llegar a horas menos bulliciosas porque de lo contrario nos encontraremos a esa molesta fauna que visita los museos en todo el mundo que se coloca delante del cuadro durante un buen rato sin dejar ver al resto, eso sí, con su audioguía a todo volumen o los grupos organizados que parecen tener menor interés por lo que están mirando que por los mensajes enviados a sus teléfonos móviles, los cuáles no paran de sonar o reflejar “ruiditos y lucecitas”.
Pero volviendo a la exposición, podemos disfrutar de oleos de algunos de los más reconocidos impresionistas, comenzando por los primigenios Pissarro y Sisley, llegando a los más célebres Manet, Monet, Renoir o Degas y momentos especiales como en la cuarta sección “En el campo” con un Sisley, un Monet y un Renoir seguidos o los retratos de la segunda “Figuras en el paisaje” entre Manet y Monet, el “efecto seda” creado por Gustave Le Frey en su fotografía “Olas rompiendo” de la tercera división “El agua” o cuadros del calibre de “El deshielo en Vétheuil” o una de las más de treinta pinturas de la fachada de “La catedral de Rouen”, en este caso en el atardecer, de Claude Monet o la “Bailarina basculando” de Edgar Degas, convierten a “Los impresionistas y la fotografía” en una de esas muestras que el amante del arte no debe perderse, una de esas fechas en el calendario que deben estar marcadas en rojo. Y caso, de no conocer el resto del museo, recomendamos ir con tiempo porque es bastante grande y difícil de recorrer en menos de dos horas que hay que sumar a esta exhibición temporal que si uno tiene cierto interés en lo que ve, es complicado no estar menos de cuarenta y cinco minutos degustando a algunos de los más grandes maestros que ha ofrecido la pintura en toda su historia.
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